¿Qué se esconde detrás de los retos virales?
Ni son tan espontáneos ni son tan inocuos. Los llamados social challenges que enganchan hoy a los adolescentes, ya sean los más peligrosos o los que simplemente nos animan a compartir fotos de la actualidad y de hace una década, esconden mucho más
Por qué un adolescente se hace una foto poniendo morritos frente a un muro de hormigón? ¿Y por qué se echa un cubo de hielo por encima de la cabeza, se graba haciendo pruebas extrañas o cuelga fotos suyas de la actualidad y de hace una década? La respuesta es sencilla y está en las redes sociales: los retos virales. El último desafío que ha arrasado en Facebook, Twitter o Instagram es simple: cada usuario tenía que subir una foto suya de 2009 junto a otra actual con el hashtag #10YearsChallenge. Basta con echar un vistazo rápido a la etiqueta para saber que millones de personas de todo el mundo compartieron sus fotos durante el pasado mes de enero. La pregunta es por qué. ¿Qué nos impulsa a participar de estos desafíos virtuales?
Para empezar, los retos virales son acciones que se proponen en el entorno digital y que buscan animar a los usuarios a llevarlas a cabo, para grabarse y colgarlo en sus redes sociales. Cualquiera puede proponerlo y sumarse a uno reto, cuyo objetivo no es otro que hacerse viral y conseguir el mayor número de visitas, likes, comentarios y followers. Ahí está precisamente su mayor polo de atracción tanto para los jóvenes como para las empresas, porque estos desafíos virales se han convertido en auténticos medidores de popularidad y aceptación.
Solo el año pasado, se realizaron más de 200.000 búsquedas relacionadas con retos virales en España, según datos de Google. Cabe destacar que redes sociales como Facebook o Instagram suman más de 24 y de 15 millones de usuarios activos al mes en nuestro país, respectivamente. Unas cifras que son un verdadero filón que no quieren desaprovechar muchas empresas. Porque si los retos virales -ya sean los más sencillos (#10yearschallenge) y solidarios (Movember o Ice Bucket Challenge), como también los más peligrosos (#BirdBoxChallenge, Momo o la Ballena Azul)- enganchan a adolescentes y jóvenes para sumar notoriedad, medida en me gusta y seguidores, también lo son para hacer dinero.
A raíz del #10yearschallenge, numerosos expertos han alertado de cómo estos experimentos muchas veces encubren otras prácticas que persiguen recopilar datos e imágenes de personas con los que enriquecerse y sin necesidad de pedir permisos. Somos nosotros los que directamente les entregamos nuestros datos y fotografías. De hecho, pueden acceder a un inmenso banco de imágenes seriadas a través de un hashtag sin necesidad de buscarla en varias bases de datos ni de revisar políticas de privacidad. Kate O’Neil, editora de Wired, alertaba sobre ello en un artículo en el que dejaba claro que detrás de estos juegos aparentemente inofensivos hay empresas que aprovechan para entrenar tecnologías de reconocimiento facial.
Sospechar que nuestros datos pueden estar siendo usados con otros fines no es algo descabellado. Basta con mirar las múltiples noticias sobre filtraciones de datos personales de grandes plataformas o la multitud de extorsiones como el sexting, que se sufren cada día al dar más información personal de la debida en las redes sociales. Tampoco es muy difícil pensar que hay marcas que pueden impulsar estos retos virales como una forma de ganar notoriedad y fama. Aun así, también hay que distinguir entre los llamados white challenges (los retos blancos) -que son transversales, universales, sencillos y, normalmente, solidarios o simples juegos-, de los que ponen en peligro no solo nuestra identidad digital sino también física.
Por eso, y tal como recuerda la iniciativa Por un uso Love de la Tecnología, con la que Orange quiere concienciar a niños y mayores de la importancia de hacer un uso responsable de las nuevas tecnologías, es fundamental que los adultos alerten a los menores sobre la necesidad de controlar qué tipo de información dan en el mundo online y de revisar minuciosamente los ajustes de privacidad.
Además, y en lo referente a los retos virales, Orange y la Policía han lanzado la campaña No te expongas por un like en la que recuerdan que la comunicación y la confianza en la familia son las mejores herramientas de prevención para evitar riesgos como exponerse a desafíos que en algún caso han llegado a ser tan peligrosos que incluso han derivado en suicidios. También recuerdan la importancia de supervisar el tipo de contenidos a los que acceden los menores en internet, ver qué publican en sus perfiles y si tienen tendencia a imitar la conducta de terceros. No se trata de fiscalizar sus relaciones online sino de que conozcan las consecuencias de sobreexponerse en el mundo digital o llevar a cabo acciones arriesgadas para conseguir la aceptación o el reconocimiento de otros. Además, ante un reto viral que puede ser peligroso para los menores, siempre hay que comunicarlo y reportarlo en la propia red social y alertar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.