Odiar animados por el anonimato
El problema de actuar de una forma en nuestro día a día y comportarnos de otra en redes sociales
Las redes sociales se han convertido en un entramado vital paralelo en el que no existen muchos más filtros que los de las fotografías de Instagram. Escondidos tras una pantalla, cada vez son más los que disfrutan instigando a otros usuarios como si de un ejercicio catártico se tratara. Parece que el discurso del odio ha llegado para quedarse. Y no sólo emana de grupos violentos o personas con pocos escrúpulos que difunden mensajes intolerantes por motivos de raza, género, sexualidad o religión. El anonimato que ofrece la Red genera cierta sensación de impunidad que alienta a algunos a escudarse en ella para atacar aquello con lo que no se identifican. La diferencia puede ser recibida como un peligro por muchos jóvenes e Internet es visto por la mayoría como un espacio en el que todo vale y el chiste fácil, el comentario hiriente, da muchos likes.
La realidad es que el ciberodio –definido como la difusión de ideas, lemas, actitudes y conductas a través de Internet que menosprecien y humillen a otras personas– es algo cotidiano. Tal y como explican en Por un uso Love de la tecnología, en 2018 el número de publicaciones en redes sociales con contenido de odio se duplicó. El dato publicado por la web –a través de la cual Orange quiere concienciar a niños y mayores sobre la importancia del uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías– ha sido extraído del último estudio de Facebook. Según datos del Informe Raxen, sólo en España se registran más de cuatro mil incidentes de odio al año y existen más de mil sitios web, blogs, canales o perfiles en las redes sociales que promueven contenidos inapropiados.
Junto a la labor educacional de la familia, la sensibilización desde las escuelas es fundamental. Es clave impulsar campañas contra el extremismo y fomentar el debate positivo.
Por eso, como recuerda la campaña para la que Orange cuenta con el apoyo institucional de INCIBE, es importante transmitir a nuestros hijos valores basados en la tolerancia fomentando el diálogo sobre lo que ven en Internet. Mostrarnos como un modelo de comportamiento a seguir; inculcar la importancia de respetar y ser respetado; y desarrollar habilidades como la empatía, son medidas de prevención que resultan muy útiles.
Junto a la labor educacional de la familia, la sensibilización desde las escuelas es fundamental. Es clave impulsar campañas contra el extremismo y fomentar el debate positivo y los colegios cada vez son más conscientes de ello. El pasado 2018, la Policía Nacional impartió 26.682 charlas en centros escolares de toda España, de las que 15.502 estaban dirigidas específicamente a la prevención de riesgos en las redes sociales. Esta temática ha sido la más demandada de todas aquellas dirigidas a la prevención del acoso escolar, con más de 5.000 conferencias impartidas el pasado año.
Vivimos en una sociedad con doble cara que, en ocasiones, nos anima a actuar de una forma en nuestro día a día y a comportarnos de otra en redes, de otra. El postureo –ese momento en que forzamos la sonrisa y tan sólo hablamos de lo bueno que nos ocurre– puede acabar llevándonos a adoptar ciertas costumbres más por causar buena impresión que por auténtica convicción. Y ahí aparece la necesidad de agradar al grupo. Con ese sentimiento y frecuentando sitios poco recomendables en la red, se puede llegar a comunidades que promuevan estereotipos y prejuicios hacia otras personas con el resultado de terminar adoptando esos argumentos como propios. Así, supervisar el tipo de contenidos a los que acceden nuestros hijos en Internet, observar lo que publican en sus perfiles y si tienden a imitar la conducta de otras personas, o conocer los influencers a los que siguen, son algunas de las recomendaciones que hacen los expertos.
Es prioritario ayudar a los adolescentes a utilizar la tecnología de forma segura y enseñarles las herramientas con las que cuentan para defenderse de posibles situaciones de acoso. Para atajar este problema del mal uso del anonimato, plataformas como Google+ ya dieron un paso al frente requiriendo nombres reales. Además, la mayoría de redes (Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat, YouTube…) ofrecen la posibilidad de reforzar la seguridad e interactuar sólo con gente conocida ajustando sus políticas de privacidad. También ponen a disposición del usuario la posibilidad de reportar y bloquear los mensajes dañinos. En la web del Centro de Seguridad en Internet para menores (IS4K), detallan paso a paso cómo utilizar dichas herramientas en cada plataforma.
El Gobierno español se ha manifestado sobre el peligro de usar internet como escudo considerando que la solución pasa por revisar el concepto de anonimato. La idea sería actualizar la Ley de Protección de Datos para permitir a los cuerpos de seguridad identificar a sospechosos en redes sociales. Es decir, que los responsables de estas plataformas estarían obligados a colaborar con la Justicia facilitando la información que se les solicite sobre usuarios concretos. El debate que suscita la medida versa sobre si esta podría mermar la privacidad y la libertad de expresión de los internautas siendo utilizada incluso como un mecanismo de control del Estado.
Y, ¿tú? ¿Eres la misma persona en redes sociales? Bajo ese lema Comunic+A ha realizado para Orange un video que es casi un experimento con jóvenes a los que exponen a responsabilizarse de ciertos comentarios que han vertido en redes sociales con el fin de que se cuestionen cómo el anonimato puede provocar situaciones incómodas y desagradables. Un consejo: Si tus hijos no lo han visto, deberías ponérselo ya mismo.