¿Carreras de obstáculos a mí? ¡Pero si soy autónomo!
Los trabajadores por cuenta propia están acostumbrados a correr los cien metros vallas para intentar ser los mejores en lo suyo
Una cosa es estar curtido y otra, muy distinta, ser autónomo… y convertirse en un animal de piel extraordinariamente dura, casi inmune al desaliento prolongado y absolutamente convencido de que siempre se puede hacer más y mejor. La ambición es un estado crónico y la competencia voraz, también. ¿Qué sería de los autónomos sin esa obsesión con llegar cada día más alto? Que su trabajo sea, a veces, individualista y solitario no quiere decir que se aíslen del mundo. Son autónomos, no cartujos.
De hecho, muchos de ellos no aspiran al autoempleo o a trabajar en pijama desde el ordenador de casa. De eso nada. Quieren crear su propia empresa, tener socios y empleados en los que delegar y construir un proyecto que deje un profundo impacto en el entorno en el que viven. Al principio, la burocracia supondrá un jarro de agua fría. Los siete trámites que prevé el Banco Mundial, simplemente, para poner en marcha un negocio en España serán, seguramente, el primer obstáculo que deberán sortear.
La misión es ser capaces de externalizar, cuanto antes, el papeleo
Hablamos de obtener un certificado que acredite que el nombre que le quieran poner a su sociedad está disponible o de abrir una cuenta específica para la sociedad en el banco y obtener un papel que garantice su titularidad. También habrá que enviar la información (en un solo paquete electrónico) al notario, al Registro Mercantil, a Hacienda y a la Seguridad Social. Después, llegará la reunión con el notario para recibir la escritura y obtener un número de identificación fiscal y, poco después, la incripción en el Registro Mercantil. ¿Pero puede ya poner en marcha el negocio? No tan rápido. Queda abonar la tasa por la prestación de servicios urbanísticos, enviar una declaración de inicio de la actividad al ayuntamiento y notificar a los ministerios de Trabajo e Industria que ya existe la empresa.
¿Lo bueno? Que ha superado una incómoda valla sin perder el entusiasmo, sin amargarse inútilmente con los tentáculos de la administración. Los autónomos van a lo suyo. A hacer su sueño realidad, abrir la persiana cuanto antes, a saborear una vez más la sensación de quien empieza desde cero y tiene que ganarse el respeto de sus rivales y la confianza de sus clientes. Por eso, Orange celebra la forma en la que se enfrentan a estos desafíos en su iniciativa Nacidos para ser autónomos, con la que quiere solidarizarse y rendir un pequeño homenaje al espíritu especial que tiene este colectivo.
Es verdad que, para los que se han mantenido durante décadas como profesionales por cuenta propia, estas dificultades les dejan un regusto excitante que solo serán capaces de detectar cuando la empresa ya esté funcionando a pleno pulmón. Hasta ese momento, por supuesto, maldecirán o pondrán los ojos en blanco cada vez que escuchen las palabras “trámite”, “certificado”, “papeleo” o “burocracia”. Identificarán ese regusto excitante cuando comprendan que aquella pesadilla administrativa fue un mal sueño del que se han despertado con un proyecto que promete ir como un misil. No es lo mismo hacer frente a los requisitos de la administración con un negocio en marcha que sin él.
Además, del impulso y el entusiasmo de este autónomo que no quiere limitarse al autoempleo va a depender que, más pronto que tarde, pueda contratar a alguien que lleve -y hasta le gusten- los trámites administrativos. También será posible externalizarlos delegando la mayor parte de esa carga en una gestoría. Al principio, esas labores recaen en los socios, que no ven el momento de deshacerse de ellas. Sabrán que ha llegado lo bueno cuando no tengan que estar atentos a los pequeños cambios regulatorios, esperar colas en las instituciones públicas que se llevan media mañana si sumamos los desplazamientos o escanear y ordenar en carpetas, eternamente, cada papel. Quizás sigan siendo autónomos pero han empezado a vivir, poco a poco, como empresarios.