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La nueva movilidad urbana: el último kilómetro es el que cuenta

La electrificación del transporte cambiará para siempre la manera que tenemos de llegar a nuestro destino cuando nos desplazamos en la ciudad

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Puede que hayas oído alguna vez la expresión inglesa last-mile mobility, o movilidad de última milla (o kilómetro en nuestro caso), porque ya se ha convertido en habitual en las conversaciones sobre el futuro del transporte urbano. Lejos de ser un cliché, este concepto puede proporcionar respuestas a cuestiones críticas sobre el transporte. Por ejemplo, si los combustibles alternativos y la electrificación ofrecen soluciones reales al daño medioambiental que provoca el tráfico urbano.

La última milla es la más importante

Cuando hablamos de movilidad de última milla, normalmente nos referimos a esa etapa final de un trayecto que tiene como destino final el centro urbano. Se trata de una situación en la que los atascos pueden causar retrasos y multiplicar la contaminación. Precisamente por eso, lo más probable es que la manera que tenemos de recorrer esa última milla cambie en el futuro.

De hecho, es esa última milla la que cuenta en nuestros desplazamientos. Es la que define realmente cómo llegamos a la oficina, a una cena o al teatro, una vez que nos hemos bajado del transporte público o hemos aparcado nuestro propio vehículo. La realidad es que los habitantes de las ciudades recurren más a ese transporte de última milla de lo que ellos mismos puedan llegar a pensar. No en vano, medios tan comunes como los autobuses, los taxis o el metro forman parte de él. 

En este contexto, la electrificación ha llegado para cambiar las cosas. De hecho, es muy probable que ya conozca algunas de las opciones cada vez más variadas que ofrece la movilidad eléctrica para cubrir esa última milla.

Aprendiendo a compartir

Desplazarse a la ciudad cada día ya no es como antes. Ya sea por las normativas anticontaminación, los elevados costes o el tráfico, no resulta factible que todo el mundo conduzca sin restricciones a los centros urbanos. No importa si es por trabajo o por ocio: el transporte urbano ahora significa compartir espacio y recursos con nuestros conciudadanos.

En última instancia, esto significa que tenemos que aprender a ser amables unos con otros. Es decir, tenemos que aprender a compartir. 

Esto no se refiere únicamente a compartir espacio en el asfalto o ser más considerados con otros viajeros en el metro. Más bien se trata de compartir las propias herramientas que utilizamos para desplazarnos cada día. Ya no se pueden hacer distinciones tajantes entre privado o público cuando todos intentamos completar al mismo tiempo esa última milla que nos llevará a la oficina.

Montemos en patinete

“El carsharing es una opción de última milla viable, que puede reducir los niveles de tráfico e incluso las emisiones contaminantes, si se trata de opciones con motor eléctrico”. Carlos Blanco. WiBLE.

Utilizar un recurso compartido no significa que ya no podamos disfrutar de nuestro propio espacio. Así lo demuestra el uso de patinetes eléctricos, una de las nuevas opciones que existen para cubrir la última milla.

Propulsados por batería, de cero emisiones y mucho más rápidos que caminar, los patinetes eléctricos son un buen ejemplo de recurso compartido para la etapa final de un trayecto. Además, las apps permiten a los usuarios localizar y activar cualquier patinete suelto que se encuentre en los alrededores para completar su desplazamiento.

“Cuando el servicio comienza en una nueva ciudad, la gente lo utiliza sobre todo para sus desplazamientos de ocio”, explica Bodo Braunmuehl, de Tier, una empresa de patinetes compartidos que opera en la actualidad en unas 40 ciudades. “Cuanto más tiempo lleve operativo y cuanto mejores sean tanto la oferta de vehículos eléctricos compartidos como el transporte público, más ciudadanos utilizarán los patinetes en sus trayectos cotidianos al trabajo”.

Una encuesta realizada por Tier desveló que el 33% de los usuarios de estos vehículos de dos ruedas en Alemania estaban sustituyendo ya sus trayectos cortos en coche por viajes en patinete. Una tendencia que refleja la simbiosis creciente entre esos artilugios y el transporte público.

Una app para pedir un viaje

Si los patinetes eléctricos no son lo tuyo, siempre podrás encontrar opciones que le resulten más familiares en muchos centros urbanos. Se acabaron los días en los que silbar o levantar la mano para parar un taxi. Ahora, hay una app para eso.

La reserva de viajes vía smartphone no se ha limitado a reemplazar una práctica que ha funcionado bien durante décadas. De hecho, la tecnología ha cambiado el juego para lograr que el sistema sea más eficiente. En lugar de circular por las calles en busca de clientes, los conductores ahora pueden simplemente esperar a que algún usuario cercano los llame vía app, ahorrándose tanto el tiempo como el combustible que solían gastar entre servicios.

Compañías como Uber y Cabify son relativamente habituales hoy en ciudades de distintos tamaños y constituyen una parte importante del puzle de la movilidad compartida. Y con usuarios cada vez menos fieles, que suelen basar sus decisiones en el precio, no sorprende que los conductores se vean atraídos por los reducidos costes asociados a los vehículos híbridos y eléctricos. El menor impacto ambiental también es una consecuencia muy conveniente.

Ampliamente accesible

¿Y qué sucede si tus necesidades de movilidad trascienden las reservas ocasionales a través de una app? ¿Y si vives en una zona bien conectada, pero de vez en cuando necesitas hacer viajes más largos?

En lo que se refiere a coches, la idea de compartirlos puede parecer extraña para algunos. Todos estamos acostumbrados al ciclo tradicional de propiedad, mantenimiento y compra de otro vehículo mejor. También nos resultan familiares los pagos mensuales para cumplir con un contrato de tres años, sin tener tanto espacio en el coche como desearíamos, y el engorro de tener que encontrar un sitio para aparcar.

No importa si es por trabajo o por ocio: el transporte urbano ahora significa compartir espacio y recursos con nuestros conciudadanos

Ahora, imagina que todo eso no fuera realmente un problema. Imagina que vive en la ciudad y que no posee un coche, ya sea pagado al contado o bajo un contrato de financiación a largo plazo, pero tiene acceso inmediato a uno cada vez que lo necesite.

WiBLE, una abreviatura del inglés que significa “ampliamente accesible”, es un servicio de carsharing que opera en Madrid desde el año 2018. Con una flota cercana a los 500 coches híbridos, aparcados en distintas localizaciones esparcidas por todo el centro de la ciudad, sus usuarios pueden encontrar, reservar, abrir y pagar para utilizar uno de ellos desde una app instalada en su smartphone.

“La gente recurre a nuestro servicio porque no tiene coche”, explica Carlos Blanco, CEO de WiBLE. “O bien sí lo tiene, pero en ocasiones necesita algo más espacioso o práctico”.

“Los ciudadanos se dan cuenta de que cada vez es más incómodo conducir para desplazarse al centro de la ciudad. De hecho, solemos registrar un mayor uso de nuestro servicio durante las horas punta entre semana”, comenta Blanco. “Sin embargo, también hay picos de servicios los viernes y sábados por la noche, cuando las personas que viven en la ciudad o cerca de ella salen de fin de semana o, simplemente, a pasar la noche fuera”.

Compartir coche de esta forma es mucho más económico que poseer uno si no tienes necesidad de conducir todos los días, según Blanco. “También significa que los coches no ocupen un espacio de aparcamiento muy valioso todo el día mientras sus propietarios están trabajando. El carsharing es una opción de última milla viable, que puede reducir los niveles de tráfico e incluso las emisiones contaminantes, si se trata de opciones con motor eléctrico”.

“Creemos que los servicios de carsharing como este serán cada vez más populares, sobre todo porque cada vez es más difícil tener un coche en la ciudad”, concluye Blanco.

El puzle del transporte multimodal

La clave aquí es que las distintas opciones existentes no se encuentran en competencia directa entre ellas. Así, a medida que los espacios urbanos se vayan desarrollando en el futuro, nos iremos familiarizando cada vez más con la palabra “multimodal”.

“Todas esas opciones alternativas de movilidad se complementan unas a otras”, explica Blanco. “La idea del transporte multimodal significa que las personas pueden utilizar aquella que más les convenga en cada momento”.

“No se trata de usar solamente el carsharing, las bicicletas o los patinetes. Todos forman parte del puzle para mejorar el transporte en las ciudades y ayudar a los usuarios a completar esa última milla”, remata.