Un proyecto con
El día en el que el mayor experto en trasplantes renales de España donó un riñón a su hijo
El doctor Oppenheimer, un pionero del trasplante renal en España, donó un riñón a su hijo. Varios años después reflexiona sobre cómo esta experiencia impactó en su vida y en su modo de ejercer la medicina.
En el verano de 2014, Fede Oppenheimer, que entonces tenía 29 años y acababa de terminar Derecho, se debatía entre dos proyectos incompatibles, matricularse en un máster o irse a Londres a estudiar música y a aprender Inglés. Su padre, el doctor Federico Oppenheimer, jefe de trasplantes renales del Hospital Clínic de Barcelona, lo notaba nervioso y sabía que dormía fatal, pero lo interpretó como ansiedad y estrés ante la decisión vital que debía tomar sobre su futuro.
No sabía el Dr. Oppenheimer lo que se les venía encima ese verano. Hoy, varios años después, cuenta cómo se vio en la tesitura de hacer por su hijo lo que él había aconsejado a muchos familiares de sus pacientes.
“Mi hijo tuvo un diagnóstico inesperado aquel verano, algo que solo pasa en aproximadamente el 20% de los casos. Lo que yo creía que era estrés en realidad era fatiga ocasionada por un mal funcionamiento de su único riñón porque Fede solo había nacido con uno, y ya no filtraba bien. Ese día tenía dolor de cabeza, la tensión muy alta y la vista borrosa y acabamos en Urgencias. Allí le diagnosticaron una insuficiencia renal crónica e irreversible que lo obligaba a ir directamente a diálisis”.
Trasplantes de riñón
El año pasado España alcanzó un máximo histórico en el número de trasplantes renales: 3.423 trasplantes
España ostenta, desde hace 28 años consecutivos, el liderazgo mundial en donación de órganos. De hecho, nuestro país alcanzó en 2019 un máximo histórico en trasplante renal y pulmonar, así como en número de donantes, cuya tasa se situó en los 48,9 donantes por millón de población (pmp), con un total de 2.301 donantes, un 2,7 por ciento más. pulmonar. En el caso concreto de los trasplantes renales, se realizaron 3.423 trasplantes, aumentando en un 14% los trasplantes renales de donante vivo: 335 frente a 293 en 2018. Estos suponen ya casi el 10% del total de trasplantes renales.
Los preparativos
Lo primero que hizo el Dr. Openhheimer, uno de los pioneros en España del trasplante renal, y concretamente uno de los grandes defensores del donante vivo en ese tipo de trasplantes, fue asegurarse de que la insuficiencia renal de su hijo era crónica e irreversible. Lo era. Lo segundo fue decirle: “Me voy a estudiar y te voy a dar un riñón”. Se ofrecieron otros donantes como una tía y una prima, pero el doctor se puso en marcha.
«Mi mayor preocupación era que no me encontraran nada porque entre el 30 y el 40% de los trasplantes no se llega a realizar por problemas de salud del donante»
Federico Oppenheimer, jefe de trasplantes renales del Hospital Clínic de Barcelona
Federico Oppenheimer padre se sabía de memoria toda la liturgia de un trasplante de riñón, y en ese momento dirigía el equipo del Hospital Clínic donde en 1965 se hizo el primer trasplante de riñón en España. Pero además de saberse los pasos clínicos, éticos y legales debía cumplir unos requisitos. “Mis colegas me tenían que valorar, mi mayor preocupación era que no me encontraran nada a mí porque entre el 30 y el 40% de los trasplantes no se llega a realizar por problemas de salud del donante o por anomalías anatómicas y porque el funcionamiento de los riñones no es sobradamente bueno como para prescindir de uno”. El doctor intuía que podía ser un buen candidato, tenía 59 años, estaba sano y corría cada día pero había que esperar el resultado de todas las pruebas.
Para hacer una donación de riñón de un donante vivo hay que ser mayor de edad, tener un estado excelente de salud, querer hacerlo y no haber sido coaccionado ni pagado, el Comité de Ética del centro debe estar informado y luego hay que ir a un juzgado a registrarlo todo. Además, en el Hospital Clínic de Barcelona un comité multidisciplinario donde hay nefrólogos, cardiólogos, anestesiólogos y otros profesionales discuten el caso y dan su veredicto. El día que se discutió el nuestro yo no estaba presente”, precisa el doctor.
Cuando diagnosticaron la insuficiencia renal a su hijo le hicieron una ecografía del corazón y vieron que estaba dañado por la crisis hipertensiva, lo que significaba que el trasplante no podría realizarse de inmediato, pues el corazón de Fede hijo necesitaba tiempo para recuperarse, y que el paciente debía ser sometido a diálisis.
“Me sirvió ese tiempo”, recuerda ahora Federico. “No tengo la visión de los expertos en diálisis, yo la tenía estigmatizada, para mí llegar a ese punto representaba un fracaso ante la imposibilidad de hacer un trasplante. Y este tiempo me enseñó a valorarla y a mirarla con otros ojos”.
El trasplante
A mediados de diciembre, el corazón de Fede estuvo listo para el trasplante. “Nos ingresaron el mismo día, pero en salas diferentes”, cuenta el Dr Oppenheimer y agrega que nunca se pone al donante y al receptor a compartir habitación antes del trasplante. “Cuando ingresas y estás sano eres como una especie de espectador, yo veía a las enfermeras a las que conocía y me daba cierto pudor saber que me iban a rasurar. Cuando al fin me llevaron al quirófano iba contento en la camilla pensando que al final se podría hacer aquella donación. Fue la primera anestesia general de mi vida”.
Al doctor Oppenheimer le sacaron el riñón para su hijo con un solana, la técnica de extracción por el ombligo que ya se había utilizado un año en el Hospital Clínic, cuando el político Javier Solana donó uno de sus riñones a un familiar cercano. El doctor explica que la extracción del riñón al donante y la colocación en el organismo receptor no es inmediata. “Hay como una hora de diferencia. No son intervenciones simultáneas”. Por eso el doctor llegó a la sala de recuperación antes que su hijo. “Tengo un recuerdo muy vago del momento del despertar de la anestesia, alguien me dijo que todo había ido bien”. Lo siguiente que recuerda fue cuando en el box de recuperación le pusieron al lado a su hijo. “Fue bonito”.
Vuelta a la vida real
El post operatorio del Doctor Oppenheimer, donante, fue “relativamente corto”. Aprovechó las vacaciones de Navidad para no pedir una baja y a las pocas semanas ya estaba de vuelta al hospital. “No me ha quedado ni cicatriz”. Su hijo, el receptor, necesitó un poco más de tiempo y muchas más pastillas. El doctor recuerda el día que fue a buscarlo al hospital para llevarlo a casa: “Me estaba esperando vestido de calle”. Cada paciente trasplantado es una historia y su recuperación dependerá en gran medida de cómo haya llegado al trasplante, pero en una persona joven la sensación de salud y la calidad de vida se recuperan muy rápido. Eso sí, tiene que tomar inmunosupresores de por vida”. Los inmunosupresores son los fármacos que evitan que el organismo receptor rechace el órgano trasplantado.
En los primeros tiempos padre e hijo, que ahora comparten un riñón, pasearon mucho por el Born. “Esto nos ayudó a abrirnos más y a crear vínculos emocionales más estrechos, luego todo se fue normalizando. No voy a echarle en cara que le he dado un riñón”, bromea el doctor. Fede hijo no se fue a Londres porque ahora algunas decisiones tenían que tomarse con un poco más de reflexión. “En su vida el trasplante ha sido un paréntesis”, dice su padre. Pero al poco tiempo encontró un trabajo en un despacho de abogados. “Podemos decir que el trasplante vino con un pan bajo el brazo”.
Desde la perspectiva que otorgan los años que han pasado, el Dr. Federico Oppenheimer cree que esta experiencia en su vida no le descubrió nada que él ya no supiera de su profesión. “Yo ya era una persona muy empática, siempre he sabido ponerme en el lugar del otro. Honestamente, esto no ha cambiado mi manera de ejercer la medicina, en el día a día no estoy siempre pensando en mí”. En el plano humano, el doctor cree que haber donado un riñón a su hijo lo ha reafirmado en su idea de lo bueno que es poder hacer algo por alguien a quien uno quiere mucho. “También me ayudó a valorar a mis colegas. Ahora los veo con otros ojos. Veo a una enfermera pasar y pienso: esa persona estuvo cuidando de mí”.