Así luchan vacas y terneros contra el cambio climático
El sector de la carne de vacuno es más que una fuente de riqueza y de empleo en las zonas rurales. Su actividad es esencial para la vertebración social y la protección de la biodiversidad y el medio ambiente
Con la llegada del buen tiempo, los desplazamientos de la ciudad al campo se multiplican. En esos viajes, es común ver a vacas y terneros que pastan al aire libre en plena naturaleza. Lo cierto es que más allá de esta imagen bucólica para un urbanita, la cría del ganado bovino es una actividad clave para generar empleo y riqueza en las zonas más despobladas del país. El medio rural ocupa el 90% del territorio español, pero apenas el 20% de nuestra población vive y trabaja allí, según datos del Banco Mundial. Y las previsiones apuntan a que esta brecha aumentará en las próximas décadas, lo que demuestra la necesidad de actuar con acciones directas que fomenten la actividad de la ganadería y faciliten el relevo generacional en el campo.
La despoblación, sumada al envejecimiento y a la baja natalidad en muchas áreas rurales, es uno de los principales retos a los que se enfrenta España. De ahí la importancia que tiene el sector del vacuno de carne para asentar población en el mundo rural y contribuir al tejido social y la vertebración territorial. Las cifras lo corroboran: el sector da trabajo directo a más de 150.000 familias. España cuenta con más de 130.000 granjas de vacuno de carne activas, casi seis millones de cabezas, cerca de 240 industrias y alrededor de 700.000 toneladas producidas cada año con un valor que supera los 3.000 millones de euros. Unos números que avalan el impacto de la carne de vacuno en la actividad económica del país, el quinto mayor productor de la UE con exportaciones que ascienden a 1.000 millones de euros anuales.
Más allá de los datos, otro de los efectos positivos del sector del vacuno de carne es que contribuye a mantener cuidado el territorio y el patrimonio natural, además de preservar la biodiversidad y proteger el medioambiente. La actividad de la cabaña vacuna garantiza la protección de los ecosistemas de los pastos mediterráneos, de dehesas y de montaña. Se trata de un gran almacén de la biodiversidad, ya que en sus suelos habitan desde especies vegetales y animales a insectos, gusanos y microrganismos.
El cambio climático en el punto de mira
A su vez, el mantenimiento de los animales en el pasto fertiliza y mejora el suelo, retiene carbono en él y filtra el agua, lo que ayuda a prevenir la desertificación del territorio. De esta manera se reduce la erosión y se fortalece la vegetación y la polinización. Al mismo tiempo, hay una mayor disponibilidad y calidad del agua en los acuíferos, así como una mejora del hábitat de la vida silvestre y animal, lo que facilita la captación de carbono.
El mantenimiento de los animales en el pasto fertiliza y mejora el suelo, retiene carbono en él y aumenta la capacidad de absorción de agua
El papel que juegan los pastos como sumidero de carbono es especialmente importante para combatir el cambio climático. Las vacas nodrizas y los terneros se alimentan en base a pastos. Tal y como reconocen la UE, Naciones Unidas y la mayoría de organismos científicos, la utilización racional de estos terrenos por el ganado provoca un secuestro del carbono en el suelo, lo que redunda en la reducción de emisiones. Cuando los animales dejan de pastar, la vegetación se degrada y corre el riesgo de provocar el efecto contrario, la liberación del carbono acumulado en el caso de incendios.
Otro punto importante es que el vacuno de carne utiliza el 70% de la superficie agrícola. Sin embargo, la mitad de esa extensión son pastos permanentes y tierras marginales que no son aptas para la agricultura. Entre estas zonas se incluyen los pastos de montaña, los pastos de grandes áreas del norte y noroeste de la península Ibérica, los entornos de las dehesas y los de los bosques mediterráneos. La salida de los animales de esos entornos cultivables supondría una pérdida irreparable de biodiversidad.
Sin olvidar el papel esencial que juega la ganadería extensiva en la prevención de incendios forestales. Mantener a las vacas en el campo garantiza un desbroce y una limpieza de los bosques que previene los fuegos y dificulta su propagación. Esto contribuye tanto a la conservación de nuestros ecosistemas y paisajes, como a luchar contra el calentamiento global, pues los incendios generan millones de toneladas de CO2.
Asimismo, el sector vacuno de carne favorece la economía circular. El 50% de los fertilizantes utilizados en el mundo son de origen animal, en forma de deposiciones en los pastos o de estiércol aplicado en los cultivos. Para reducir el uso de fertilizantes químicos de síntesis –que pueden alcanzar y contaminar los ríos y cuencas y no son metabolizados por cultivos–, la actividad ganadera es esencial, pues permite el empleo de enmiendas orgánicas, abonos o técnicas de rotación de cultivos fijadores de nitrógeno. Todo ello optimiza los ciclos de nutrientes, mejora la estructura del suelo y su capacidad para adaptarse al cambio climático.
El sector busca la neutralidad climática en 2050
Pese a que el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico apenas atribuye al sector de la carne de vacuno de España el 3,6% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en nuestro país, los ganaderos han decidido asumir un papel proactivo para garantizar el respeto al medio ambiente.
Desde el año 2015, ya trabajan para conseguir los objetivos acordados a nivel mundial en la Cumbre del Clima de París para frenar el aumento de la temperatura del planeta. En esa línea, el sector está inmerso en diferentes proyectos, entre ellos, uno en el que se quiere reducir un 15% su huella de carbono en 2025. Además, en las últimas dos décadas ya se han rebajado un 18% las emisiones asociadas a los estiércoles. Todas estas medidas están encaminadas a garantizar la sostenibilidad y supervivencia de las futuras generaciones.
Ahora, el objetivo más inminente del sector del vacuno de carne es alcanzar la neutralidad climática en 2050. Una de las soluciones pasa por el secuestro del carbono equivalente a los gases de efecto invernadero que generan en sus procesos productivos. Para conseguirlo, la patronal cárnica Provacuno ha lanzado un Código de Buenas Prácticas Medioambientales. En su elaboración ha participado un grupo de 17 investigadores pertenecientes a la Red Remedia, una organización científica nacional centrada en la lucha contra el calentamiento global en el sector agrícola, ganadero y forestal.
Para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero –sobre todo metano–, Provacuno ha identificado y aplicado una serie de medidas que van desde el manejo de pastos, la alimentación del ganado y el manejo de deyecciones y su posible valorización, a la genética de los animales, la reproducción o el manejo, entre otras.
Estas líneas de actuación buscan la mitigación y adaptación al cambio climático, el impulso a la economía circular, el empuje a la biodiversidad, un uso del agua más racional y eficiente, y la búsqueda de la sostenibilidad, tanto económica como social para lograr la medioambiental.
Consulta el Código de Buenas Prácticas Medioambientales de la patronal cárnica Provacuno