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Un proyecto con

TERAPIAS AVANZADAS

Noa, la niña de 12 años que se ha salvado de la ceguera gracias a una terapia génica

Aprendió a leer en braille, pero gracias a una intervención pionera en nuestro país, no lo necesitará más. Esta es la historia de Noa y cómo una nueva terapia génica ha evitado su ceguera.

Laura Fortuño

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No había ningún margen para la improvisación en aquel quirófano del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Todo estaba, como debía ser, perfectamente calculado: el equipo que trató a Noa había realizado previamente la misma intervención en un ojo artificial, una simulación que ha sido incorporada al catálogo de buenas prácticas de Novartis. 

Y llega el día. 18 de febrero de 2020. Nerviosa pero ilusionada, Noa, con 11 años, se somete a una intervención pionera en España que le cambiará la vida. Su operación, nos explica el doctor Manuel Ferro, jefe de oftalmología del Hospital 12 de octubre de Madrid, ha sido lo que se conoce como una medicación compasiva: «La paciente había sido estudiada en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, cumple criterios y por eso se le realiza un tratamiento por uso compasivo». Se trata de una terapia de Novartis, la primera terapia génica para una enfermedad ocular, que le ha cambiado a Noa la forma de ver el mundo, y cuya aplicación acaba de ser aprobada en nuestro país.

«Los enfermos no van a tener una visión normal, lo que conseguimos es que se desenvuelvan mejor en la vida real, por ejemplo, a la hora de andar con determinados niveles de oscuridad no se chocan, con lo cual se orientan más en el espacio. Son pequeñas mejoras en el contexto de un enfermo en el que estos avances suponen mucho», matiza el doctor Ferro. «Es importante dejar claro que no se le devuelve la visión al paciente: mejoramos las condiciones en el contexto de evolución de la enfermedad». 

Tras la intervención de Noa, los resultados superaron todas las expectativas: «La gran noticia debería ser que esta técnica interrumpe la degeneración y evita que se quede ciega en un futuro. Pero en el caso de Noa, además ha recuperado algo de visión», explica su madre, Anna García.

Las terapias avanzadas

se basan en el uso de genes (terapia génica), células (terapia celular) o tejidos (ingeniería tisular) para tratar o prevenir enfermedades.

En el caso concreto de Noa, se modificó genéticamente un virus no patológico para introducir una copia funcional del gen RPE65 que, una vez dentro del ojo del paciente, reemplazara al mutado, accediera a las células de la retina que todavía estaban vivas, codificara la proteína RPE65 sana y reactivara el ciclo visual.E ste virus modificado se le inyectó debajo de la retina de un ojo en una intervención de unos 45 minutos. Una semana después, por precaución, el proceso se repitió en el otro ojo.

RPE65. Ese es el nombre del gen que tiene afectado Noa. La amaurosis congénita de Leber es un tipo de distrofia retiniana que padecen una de cada 50.000 personas. Esta enfermedad, señala el oftalmólogo Manuel Ferro, «produce una degeneración progresiva de la retina. Empieza en etapas precoces: el niño va perdiendo visión poco a poco, de forma irremediable». 

Las primeras señales de alarma las percibió su madre: «Un día cuando tenía tres meses, Noa estaba en el cambiador y vi que hacía unos movimientos erráticos con los ojos que yo sabía que no eran normales». A partir de ahí, empieza un periplo con los médicos para intentar demostrar que no son, como les dicen, ‘paranoias de padres primerizos’. Y lo consiguen. Por fin un día esos movimientos oculares se producen en presencia de la pediatra, y entonces llegan las prisas por descubrir qué le pasa a la pequeña. La doctora Lorente, cuenta Anna, “puso toda la carne en el asador”. Un electroretinograma en Vall d’Hebrón (Barcelona) permitió que los padres de Noa escucharan por primera vez el posible diagnóstico de su hija: amaurosis congénita de Leber, que se confirmó meses después tras una prueba de ADN realizada en Madrid.

Una enfermedad considerada rara

David Sánchez, vicepresidente de FARPE y de la Fundación de Lucha contra la Ceguera y presidente de la asociación de afectados de la retina de la región de Murcia, RETIMUR, tiene el mismo gen afectado que Noa, el RPE65. Su edad, 46 años, le ha impedido beneficiarse del tratamiento que ha mejorado la visión de la pequeña porque, en palabras del doctor que la operó, Jaume Català, “su retina está ya muy fastidiada”. Aun así, David quiere lanzar un mensaje de optimismo: «Tenemos esperanzas de que hay terapias por llegar y ensayos clínicos que van a dar su fruto en breve. Hay que confiar en la ciencia y apostar por la investigación. Porque… ¿y si unos años antes yo también hubiera sido candidato para esta terapia igual que Noa?».

“Tenemos esperanzas de que hay terapias por llegar y ensayos clínicos que van a dar su fruto en breve”

David Sánchez, vicepresidente de FARPE y de la Fundación de Lucha contra la Ceguera 

Su enfermedad, como la de muchos otros afectados, tardó demasiados años en detectarse: niño miope que fue encadenando unas gafas tras otras hasta que, después de realizarse una sencilla intervención de miopía, se dio cuenta de que seguía viendo mal por las noches. Desde ahí, una ginkana de pruebas hasta dar con el diagnóstico. Ahora comenta con fascinación los resultados de la terapia génica en el caso de Noa: «Es la primera terapia para solo un gen de los aproximadamente 270 que hay y que provocan este tipo de enfermedades que ya es una realidad. Y no solo es lo que ganas, es lo que dejas de perder. Noa me contaba que ahora le encanta ver la saga de Harry Potter, porque antes no veía bien las escenas oscuras, pero ahora sí», añade David con un tono rebosante de cariño. El presidente de RETIMUR habló con la pequeña Noa y a su madre en Canal Retina, el podcast que le sirve de altavoz para visibilizar la importancia de investigar nuevos tratamientos que ayuden a las personas que sufren enfermedades consideradas raras.  

Y es que según publica el Ministerio de Sanidad, la mayoría de las distrofias hereditarias de retina individualmente consideradas son extremadamente raras, pero en conjunto afectan a 1 de cada 3000 a 4000 personas en Europa y Estados Unidos. Solo en España hay más de 15.000 pacientes con esta enfermedad. Las dos distrofias hereditarias de retina más frecuentes son la retinosis pigmentaria y la enfermedad de Stargardt-Fundus flavimaculatus.

Noa ha sido la primera persona de nuestro país que ha conseguido esquivar la ceguera gracias a la terapia avanzada.

«Yo me quedaré sin visión por completo. No sé cuándo, pero será así», admite con tranquilidad David. «Pero soy consciente de que eso es lo más grave que puede pasar con esta enfermedad, nadie se muere de distrofia retiniana. Aunque yo muchas veces hago la broma y digo: “Vale, no me voy a morir de la retinosis, pero si me quedo ciego, cruzo por un paso de peatones y no veo un coche, me lleva p’alante”» cuenta, haciendo gala de un sentido del humor envidiable, el presidente de RETIMUR. Aunque se pone serio cuando alerta de algo importante: «Hay que ser conscientes de que esto no lo sufrimos solo los que tenemos la enfermedad. Lo sufren también nuestras familias». 

Motivos para el optimismo

Noa ha sido la primera persona de nuestro país que ha conseguido esquivar la ceguera gracias a la terapia avanzada, pero no será la última. «Los retos que tenemos en este momento los oftalmólogos son dos: primero, el diagnóstico precoz, porque cuando lo hacemos de forma temprana, todavía hay áreas de retina funcionante. Y en segundo lugar, es muy importante también saber evaluar los resultados, porque son resultados muy pequeños y con mucho grado de subjetividad. Estamos en una única terapia para unos casos muy concretos, pero esto es una línea de trabajo en la que hay muchos ensayos ahora mismo que pueden afectar a otras patologías genéticas», cuenta el doctor Ferro, quien también asegura que nos encontramos en una época privilegiada para el desarrollo de terapias génicas: «Además, la terapia génica  aplicada a la oftalmología solamente afecta a la estructura del ojo. Esto permite que el ojo esté en estos momentos en una situación preferente a la hora del desarrollo de las terapias génicas, porque el efecto va a quedarse dentro del ojo y no va a afectar al resto del organismo». 

“El ojo está en estos momentos en una situación preferente a la hora del desarrollo de las terapias génicas”

Manuel Ferro, jefe de oftalmología del Hospital 12 de octubre de Madrid

En España hay aproximadamente 15 pacientes que podrían ser candidatos a la terapia génica que se ha aplicado a Noa: «Para que la terapia pueda tener efecto, el gen tiene que estar representado en los dos padres. Un gen bialélico significa que viene del gen del padre y del gen de la madre. Esto es muy importante para que la terapia génica tenga efecto. La única indicación clara es la forma bialélica», explica el doctor Ferro. 

«Tengo que volver a aprender a mirar», verbalizó Noa apenas dos semanas después de la operación, cuando se dio cuenta de que la terapia había funcionado tan bien en ella, que incluso había recuperado una parte de su visión. «Ahí fue cuando nosotros vimos la magnitud de lo que había pasado», confiesa Anna. «Ella estaba haciendo toda la escolaridad en braille. Pero esto lo hemos aparcado porque ya tiene suficiente visión, resolución y estrategias para leer una letra Arial 16, y junto con sus profesores, estamos otra vez readaptándonos». 

Ahora Noa pasa gran parte de su tiempo libre leyendo subtítulos en la tele y haciendo doblajes, una de sus pasiones, mientras mira al futuro con optimismo: dedica muchas horas a estudiar inglés porque tiene muy claro que se quiere ir a Estados Unidos. «Pero yo le digo “con calma, con calma”», cuenta entre risas su madre, quien no se imagina lejos de su pequeña. Pero, esté donde esté, Noa siempre sabrá que un día hizo historia en nuestro país.