Cinco cosas que no sabes y que influyen directamente en cómo te bronceas
Conocer nuestro fototipo, evitar la exposición solar directa en el horario de mayor radiación y utilizar un fotoprotector con el factor adecuado son algunos de los aspectos a tener en cuenta para cuidar nuestra piel en verano
Desde la creencia de que las cremas solares son productos cuyo uso se limita al verano, como el mito de que a la hora de protegernos contra el sol cualquier protector es óptimo, existen muchas creencias erróneas que hacen que en demasiadas ocasiones, nos expongamos al sol sin tener en cuenta una serie de factores imprescindibles para broncear nuestra piel en condiciones óptimas. Al utilizar una correcta crema solar con un elevado factor de protección solar, ayudamos a que nuestra piel forme colágeno, que funciona como barrera natural de la piel y la hidrata, reduciendo de esta forma la aparición de arrugas y líneas de expresión.
“El bronceado se produce por un aumento en la síntesis de melanina, cuya misión es situarse por encima del núcleo de nuestras células para proteger su ADN de las mutaciones que produce la radiación solar, por lo que cuando se produce es siempre como respuesta a una agresión. Por tanto, el objetivo del verano no debe ser buscar el bronceado y prolongarlo, sino disfrutar de la playa, montaña, piscina… De una manera «sana», evitando la exposición en horas centrales, protegiendo las zonas menos expuestas el resto del año (cuero cabelludo, escote, hombros, empeines…) de manera más estricta para evitar la quemadura solar”, advierte José Luis Ramírez Bellver, dermatólogo de Clínica Dermatológica Internacional. Estos son los cinco aspectos a tener en cuenta para cuidar nuestra piel este verano.
1. El horario importa
“Las horas de mayor incidencia de los rayos solares son las comprendidas entre las 12-17 h. Podemos utilizar el ‘truco de la sombra’: si nuestra sombra es más pequeña que nosotros, ¡cuidado con el sol! En estas horas es preferible evitar la exposición solar directa durante más de 20-30 minutos según los casos y hacerlo siempre con protección, ya sea en crema, sombrilla, gorra…”, asegura.
2. Conoce tu fototipo
Una vez hemos aclarado algunos mitos asociados a la exposición solar y cuáles son las horas menos adecuadas para tomar el sol, hemos de ahondar en la esencial importancia de utilizar protectores solares, que ayudan a prevenir que los rayos ultravioletas (UV) lleguen a la piel. El grado de exposición a la luz UV que una persona recibe no es siempre igual, pues depende de la intensidad de los rayos, del tiempo de exposición cutánea y de si la piel ha estado protegida con ropa o filtros solares. A la hora de elegir un protector solar, es esencial tener en cuenta algunos factores, entre los que destacan el fototipo, la edad y el tipo de piel, así como los hábitos de exposición.
“El fototipo indica la capacidad de adaptación a la radiación ultravioleta de cada persona. Cuanto más bajo es el fototipo, más precauciones debe de tener una persona a la hora de exponerse, ya que se quemará con mucha más facilidad y, en general, tendrá más riesgo de desarrollar determinados cánceres de piel”, comenta José Luis Ramírez Bellver, a quien le preguntamos cómo saber cuál es nuestro fototipo. “En general, se acepta que hay 6 fototipos, siendo el I personas de piel blanca, pelirrojas, ojos claros, tendencia a aparición de pecas, imposibilidad para broncearse y que se queman con facilidad, y el VI las personas de raza negra, que no se queman y pigmentan con mucha facilidad. Entre ambos extremos hay variaciones en el color de pelo, ojos, facilidad para quemarse o broncearse… Que hará que clasifiquemos con uno u otro número a cada paciente”, explica.
3. El bronceado se potencia en la cocina
“Partiendo de la base de que el objetivo no debe ser broncearnos, algunos alimentos pueden ayudar a la producción de melanina y, por tanto, facilitar la adquisición de un tono más moreno. Son aquellos ricos en betacarotenos, como como zanahorias, tomates, calabazas, pimientos, melocotones… Otros alimentos que pueden ayudar en esta época son aquellos con antioxidantes, como los que contienen vitamina C (naranja, fresa, kiwi, cítricos…), vitamina E (aceite de oliva virgen extra, huevos…), selenio (cereales integrales, germen de trigo) o cobre (legumbres, guisantes…). En resumen, como se ve, llevando una dieta sana y rica en frutas, verduras, hortalizas y legumbres, podremos ayudar a paliar los efectos negativos de la radiación solar”, explica el dermatólogo.
4. Conoce tu nivel de protección adecuado
El grado de protección que ofrecen los fotoprotectores es el factor de protección solar. Se trata de un dato numérico que indica el número de veces que este aumenta la capacidad de defensa natural de la piel. Por ello, para reducir los riesgos y conseguir un bronceado seguro, has de conocer los diferentes niveles de protección existentes.
· Protección baja: por debajo de 15.
· Protección media: entre 15 y 25.
· Protección alta: entre 25 y 50.
· Protección muy alta: más de 50.
5. Cada cuánto aplicar el fotoprotector
Recuerda aplicar el fotoprotector que mejor se adapte a las necesidades de tu piel 30 minutos antes de la exposición solar. Renuévalo cada dos horas, así como después de nadar o sudar, independientemente de que el producto sea resistente al agua.