Mérida, Almagro o Zafra, destinos de interior a los que escapar en cualquier época
Dicen que la belleza está en el interior y desde luego, si se refieren al interior de nuestra geografía, razón no les falta. Nos vamos de ruta por algunos de los Paradores más especiales y singulares de todo el país
Si la belleza está en el interior, como suele decirse, en el caso de nuestra geografía la afirmación es más cierta que nunca porque eso es precisamente lo que encontramos: belleza a raudales. España puede presumir de tesoros de interior que combinan patrimonio, gastronomía y paisajes que pueden mirar de tú a tú a las ciudades más célebres del país. Por eso, porque el frío y el olor a las chimeneas otorgan un encanto especial a cualquier rincón, el otoño y el invierno son las épocas perfectas para recorrer esa otra España, quizás menos mimada habitualmente pero igual de impresionante.
Desde Zafra hasta Arcos de la Frontera, de Mérida a Almagro o de Carmona a Plasencia, esta ruta de interior descubre tesoros a los que sumar el placer de despertarse en la cama de un Parador, de probar nuevos sabores, estar en contacto con la naturaleza, descubrir escenarios espectaculares para tus selfies, conocer nuevas personas, explorar rincones singulares, romper con la rutina, desconectar cuerpo y mente, pasar tiempo con la familia o con amigos libre de preocupaciones, sentir la emoción de partir hacia un lugar desconocido… ¿Necesitas más razones para viajar ya? Elige tú la compañía y el momento, el destino lo ponemos nosotros. Aquí tienes seis posibilidades de viaje que son siempre una buena idea. ¡Adelante, trotamundos!
Seis destinos de interior con los que acertar
Parador de Mérida, de cárcel a hotel de cuatro estrellas
“Una vez al año ve a algún lugar en el que no hayas estado antes”, aconsejaba Dalai Lama. Aunque si hablamos de Mérida, lo suyo sería decirte que vuelvas aunque ya hayas estado. La capital de Extremadura lo tiene todo para una escapada perfecta de fin de semana: gastronomía deliciosa, patrimonio inmemorial y la cálida acogida de su gente. La prestigiosa revista de viajes National Geographic eligió el año pasado el Teatro Romano de Mérida como uno de los edificios más icónicos de España, que acoge cada verano el Festival Internacional de Teatro Clásico.
A poca distancia de este emblemático lugar nos recibe el Parador de Mérida, instalado en un antiguo convento barroco del siglo XVIII, que ha servido de cárcel, hospital, manicomio y, a partir de 1933, de Parador, convirtiéndose así en uno de los primeros de la red. El edificio capta la atención al primer vistazo gracias al impoluto blanco de su fachada, que da paso a un interior capaz de combinar todas las culturas que pasaron por la ciudad de Mérida. Dormir bajo los techos abovedados y las vigas de madera de sus habitaciones, que asoman al jardín o al patio interior, es una experiencia que parece de otro mundo, aunque si lo que buscas es darte un festín propio de la época romana, toma nota de las especialidades de su restaurante: solomillo de ternera retinta a la parrilla y caldereta de cordero extremeño con tortilla de pan del pastor, unos platos que son el mejor preludio para el postre por excelencia de la región: milhojas del convento rellenas de nata y crema tostada.
Parador de Almagro, un espectáculo de viaje
Si Mérida nos ha despertado el gusanillo del teatro clásico, nada como avivarlo con un viaje a la ciudad que lo respira por todos sus rincones. Almagro, en Ciudad Real, se hace valer de su famoso Corral de Comedias para atraer a visitantes de todo el mundo hasta esta localidad manchega. Y es que este recinto histórico se considera el mejor ejemplo del teatro del siglo XVII que sigue activo con representaciones que hacen al espectador viajar hasta otras épocas. Aquí, junto a otros escenarios, se celebra cada año otro festival de teatro dedicado al Siglo de Oro.
En pleno casco histórico, declarado Conjunto Histórico Artístico, se encuentra la preciosa Plaza Mayor de la localidad con sus balcones verdes, y muy cerca, el Parador de Almagro, que permite descansar en la calma de un antiguo convento del siglo XVII construido en piedra, madera y ladrillo. Las habitaciones se organizan alrededor de una sucesión de patios interiores que proporcionan un ambiente repleto de calma y una personalidad única al Parador, convirtiéndolo en un remanso de paz. En sus restaurantes podrás degustar los platos regionales manchegos, como las populares berenjenas de Almagro, exquisitos asados de cordero, chuletillas de lechal y estupendos quesos Denominación Origen La Mancha, aunque si te apetece probar alguna de las especialidades, te recomendamos que te decantes por el bacalao a la manchega con cebollitas glaseadas o el cochinillo confitado con pastel de patata. Todas opciones ideales para reponer fuerzas después de un día de turismo o de contacto con la naturaleza en las Tablas de Daimiel, un humedal prácticamente único en Europa que se encuentra muy cerca de la localidad de Almagro.
Parador de Zafra, un destino en sí mismo
A Zafra la llaman “la Sevilla chica” de Extremadura por sus similitudes con la capital andaluza, aunque no le hace falta a esta localidad de Badajoz compararse con nadie para que queramos recorrerla de arriba abajo. Será por su privilegiada situación al borde de la Vía de la Plata, por su entramado de calles repletas de flores o por su gastronomía exquisita, pero lo cierto es que Zafra brilla con luz propia y se convierte en una parada imprescindible de nuestra ruta. Resultan imperdibles la Casa del Ajimez, el ayuntamiento y los emblemáticos conventos de Santa Catalina o Santa Clara, famosos por los dulces que elaboran las monjitas.
Un buen punto de partida para recorrer la ciudad y ganarse con el esfuerzo de la caminata el placer de estos postres es el Parador de Zafra, una antigua fortaleza que mandó construir Lorenzo II Suárez de Figueroa en 1437. Un siglo después se consiguió otorgarle un aire más palaciego que militar, aunque las reformas acometidas respetaron las torres circulares de las esquinas. El edificio que alojó a Hernán Cortés es un destino en sí mismo, gracias a una fachada espectacular que abre el paso hasta un interior que todavía mantiene magníficos artesonados, arcones, herrajes, pasamanos y elementos decorativos que pertenecieron al antiguo palacio. Las habitaciones, de carácter señorial y gran tamaño, permiten una estancia por todo lo alto, cuya guinda pone la exquisita oferta gastronómica de su restaurante. Imposible resistirse a sus migas del pastor con huevos fritos, su cazuela de bacalao con pisto extremeño, o su solomillo de ternera retinta. Una cocina tradicional totalmente acorde con el entorno.
Parador de Carmona, una luz especial en un entorno con mucho arte
Y desde “la Sevilla chica” a la grande, la auténtica, porque a tan solo media hora de la capital de Andalucía nos recibe Carmona, considerado uno de los pueblos más monumentales de nuestro país. No en vano recibe el sobrenombre del “lucero de Europa”. Su Puerta de Sevilla, su Torre del Oro, sus callejuelas, su antigua judería o su plaza de San Fernando (que fue foro romano) son algunos de los enclaves ineludibles de esta histórica localidad, aunque también vale la pena desplazarse unos 40 kilómetros hasta el conjunto arqueológico de Itálica y pasear por uno de los lugares que sirvió como escenario de la serie Juego de Tronos.
Coronando el pueblo de Carmona, con vistas a la campiña y construido sobre las ruinas de un espectacular alcázar árabe del siglo XIV, se erige imponente el Parador de Carmona, un oasis de belleza, tranquilidad, paisajes y excelente gastronomía. Alojarse en sus elegantes y acogedoras habitaciones ya es una experiencia increíble, pero si además te dejas caer por su restaurante, uno de los mejor valorados de toda la red de Paradores, tu viaje tendrá un sentido especial. Vistas a la piscina y al luminoso horizonte andaluz completan una carta a base de comida tradicional donde los platos de perdiz y la repostería se llevan todos los halagos, sin olvidar las espinacas con garbanzos al estilo de Carmona, la verdura de la huerta y el bacalao confitado al romero.
Parador de Plasencia, el fin de semana medieval perfecto
Sus calles están cargadas de historia, pero su Catedral es de película y hay quien afirma que debería llevarse el Oscar por su originalidad, ya que se trata de la unión de dos catedrales, una románica y otra gótica. La Plaza Mayor de Plasencia es su centro neurálgico, y aunque ahora se ha convertido en el lugar por excelencia donde degustar su gastronomía, se construyó como punto de conexión con todas las puertas de la muralla de la ciudad. En ella se encuentra el Ayuntamiento, famoso por su reloj que suena cada media hora.
Dicen que la plaza de San Vicente Ferrer es la más bonita de la ciudad, y desde aquí podemos desplazarnos hasta el Parador de Plasencia, ubicado en el convento de Santo Domingo, una construcción del siglo XV que destaca por sus gruesos muros de piedra, techos abovedados y una esmerada decoración interior, tan cuidada que cuesta reconocer que lo que ahora son habitaciones fueran las celdas de los frailes dominicos. El Parador es un excelente punto de partida para visitar la Sierra de Gata, la comarca de La Vera, y el Parque Nacional de Monfragüe, donde la naturaleza tomará las riendas de tu viaje y desplegará sus encantos a base de saltos de agua y meandros. Y no solo punto de partida, el Parador también es el lugar al que regresar para reponerse de la actividad disfrutando de su cocina, que permite degustar los mejores alimentos de la tierra, como pimientos, setas, criadillas de tierra, carne de caza y productos de cerdo ibérico.
Parador de Arcos de la Frontera, no solo del mar vive Cádiz
Cádiz guarda en su interior varias joyas por las que vale la pena hacer la maleta y lanzarse a recorrerlas. Buen ejemplo de ello es Arcos de la Frontera, una localidad rodeada por una muralla que seduce con sus callecitas estrechas y sus cuestas empinadas, casi laberínticas, como reminiscencias de épocas pasadas. A pie (y a prueba de glúteos) se pueden ir descubriendo sus tesoros más monumentales, como la cuesta de Belén, donde se encuentra la iglesia de San Juan de Dios, la plaza del Cabildo, que alberga la basílica menor de Santa María de la Asunción, el ayuntamiento, el convento de las Mercedarias Descalzas y el Parador de Arcos de la Frontera, un balcón al río Guadalete situado en la antigua Casa del Corregidor. No hay que perderse su mirador, desde el que disfrutar del amanecer con la increíble panorámica de la vega del río y el casco antiguo de Arcos.
No solo cuenta con unas vistas de ensueño y un interior mimado que invita a la calma y al deleite, sino que este Parador también ofrece una oferta gastronómica muy completa, que se basa en los productos más representativos de la cocina andaluza, donde se pueden degustar tapas, raciones, platos tradicionales y productos típicos de la huerta, aunque si es famoso es por sus especialidades: corvina a la roteña, rabo de toro, y lomo de atún en escabeche. Prohibido salir del restaurante sin probar sus famosas natillas. Los amantes del vino encontrarán en Arcos de la Frontera un verdadero paraíso de bodegas y viñedos, donde visitar, y por supuesto catar, sus exquisitos vinos, brindando por este destino inolvidable al que uno desea regresar incluso antes de haberse marchado.