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Paradores

De Lleida a Ronda, seis destinos mágicos para despedir el año

Lleida, Monforte de Lemos, Santo Domingo de la Calzada, Benicarló, Ronda y La Granja de San Ildefonso. Nos vamos de ruta por estos seis destinos que si durante todo el año son espectaculares, en invierno además se vuelven mágicos

Laura Fortuño

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Monforte de Lemos y su Parador son un destino ideal repleto para cerrar el año desconectando


A punto de dar portazo a 2021, toca hacerse una pregunta: ¿sobreviviré a la cena con mi cuñado? No, lo sentimos, para eso no tenemos respuesta. La pregunta es: ¿he viajado lo suficiente este año? Sea cual sea tu contestación, siempre hay tiempo para una escapada más. La primera del invierno o la última del año, como prefieras llamarla. La cuestión es llenar de ropa de abrigo la maleta y prepararse para descubrir paisajes de ensueño, lugares únicos donde comerse las uvas en buena compañía y desconectar brindado por un próximo año repleto de viajes y normalidad.


Viajamos de Lleida a Monforte de Lemos parando en Ronda, Santo Domingo de la Calzada o Benicarló. Una ruta para desconectar, disfrutar del placer de viajar en invierno y recibir al próximo año de una forma única y especial. Para ello, nada mejor que dejarse mimar por Paradores, que ofrece alojamientos únicos en un entorno de tranquilidad, mientras garantizan las máximas medidas de seguridad para que solo tengas que preocuparte de no atragantarte con las uvas.


Seis escapadas para decir adiós a 2021

A pocos metros de la Calle Mayor de Lleida se ubica su magnífico Parador

Parador de Lleida, la joya urbana del interior catalán


Rodeados de monumentalidad y de buena gastronomía. ¿Se te ocurre un escenario mejor para despedir el año? Lleida es un oasis de tranquilidad en plena Cataluña. Su parque de los Campos Elíseos, su río Segre, la catedral de la Seu Vella, patrimonio de la UNESCO, o su área de 3,5 kilómetros peatonales (algo de lo que pocas ciudades europeas pueden presumir) nos descubren una ciudad que en ocasiones queda eclipsada bajo el indiscutible encanto de los Pirineos. Pero Lleida brilla, hasta el punto de deslumbrar, con luz propia. Por eso, no es de extrañar que los viajeros que la visitan por primera vez caigan rendidos a sus encantos y quienes ya la conocen, no duden en acercarse a ella de nuevo en cuanto tienen ocasión.


A solo unos 10 minutos a pie de la catedral nos espera el Parador de Lleida, instalado en un antiguo convento dominico del siglo XVII. Decir que el Parador es un lugar inmejorable donde dormir sería quedarse corto. Su espectacular claustro central, alrededor del cual se organizan las 53 habitaciones, es una de sus joyas. Está compuesto por tres pisos de altura y desde él se accede a su restaurante, una iglesia reconvertida que permite disfrutar, bajo su bella cúpula, de la cocina regional catalana. Como platos típicos destacan el bacalao y los caracoles, que demuestran que cuando se unen las materias primas de calidad y las recetas tradicionales, el resultado es insuperable.


El Parador de Monforte de Lemos está construido en un imponente edificio neoclásico

Parador de Monforte de Lemos, El Escorial gallego


Enhorabuena si eres de ese tipo de viajeros a los que el arte nunca sacia, porque Monforte de Lemos, en Lugo, es todo un festival. Aquí te esperan el Museo de Arte Sacro, el Museo del Ferrocarril, el Museo del Vino de la Ribeira Sacra y el colegio de Nuestra Señora de la Antigua, dirigido por los padres Escolapios y cuya fachada le ha valido a Monforte de Lemos el sobrenombre de “El Escorial de Galicia”. Y aunque el exterior es espectacular, el interior no se queda corto, entre otras razones porque en el museo del colegio se conservan obras de El Greco.


En la parte alta de Monforte de Lemos se puede visitar el Conjunto Monumental de San Vicente do Pino, formado por la Torre de Homenaje, el Monasterio de San Vicente y el espectacular Parador de Monforte de Lemos, construido en un imponente edificio neoclásico cuyo interior sorprende con un claustro central, perfecto para pasear entre el silencio y detenerse a admirar su belleza. Si tanto encanto despierta tu apetito, estás en el lugar idóneo para disfrutar de la mejor gastronomía gallega con vistas a la ciudad de Monforte de Lemos: en su restaurante se ofrecen productos vinculados a la región, como el pulpo á feira, empanada casera o zamburiñas a la plancha, opciones que se complementan a la perfección con el postre típico de la zona, las filloas caramelizadas. Coge fuerzas con el menú y aventúrate a conocer la Ribeira Sacra, porque en los alrededores del Parador te esperan lugares tan increíbles como los Cañones del Sia o la sierra de O Courel.


Un antiguo hospital del siglo XII acoge hoy el Parador de Santo Domingo de la Calzada

Parador de Santo Domingo de la Calzada, un viaje a la Edad Media

Cierto es que La Rioja colecciona pueblos con encanto, pero ninguno tan auténtico como Santo Domingo de la Calzada. Si nos dejamos contagiar por la magia de la leyenda que lo envuelve, nos creeremos a pies juntillas lo que cuentan de él: donde ahora vemos casas de piedra y la impresionante torre de su catedral (dicen que es de las más bonitas de La Rioja),  antes todo eran bosques de encinas a orillas del río Oja. Allí se instaló Domingo, un ermitaño que dedicó su vida a facilitar el camino de todos los peregrinos que se dirigían a Santiago. Lo hizo mediante la construcción de un templo para el socorro espiritual de los peregrinos, un puente de madera y un hospital, hoy reconvertido en el Parador de Santo Domingo de la Calzada. De estilo regio, elegante y majestuoso, el Parador impresiona con su vestíbulo repleto de arcos góticos artesonados de madera, ofreciendo un entorno cálido y acogedor perfecto para refugiarse en los días fríos del invierno.

Sus 60 habitaciones, rodeadas de un ambiente totalmente histórico, ofrecen al viajero calidad y confort, así como un estupendo punto de partida para conocer este pueblo riojano donde destaca su catedral y su Plaza de España. Y para saborear la cocina riojana, el Parador cuenta con dos restaurantes convertidos en espacios gastronómicos únicos. Pimientos del piquillo, menestra de verduras o bacalao a la riojana son algunas de sus especialidades, que acompañadas con un excelente vino riojano suponen un auténtico manjar dispuesto a hacer las delicias de todos los paladares.

Las vistas a las palmeras y playa desde el Parador de Benicarló te harán sentir en el Caribe

Parador de Benicarló, el sol del invierno reflejado en el mar


Los que prefieren la arena a la nieve saben que es imposible resistirse al encanto de las ciudades con mar en invierno donde, a falta de las voces de los turistas, el rugido de las olas se convierte en la única banda sonora de una imagen de postal. Estamos en Benicarló (Castellón) y raro será que el buen clima que caracteriza a la Comunidad Valenciana durante todo el año no nos deje, al menos, mojarnos los pies en el agua salada de la Playa Norte, elegida por la prestigiosa revista de viajes Traveler como la más bonita de la comunidad. Y como no solo del mar vive Benicarló, en el centro de la villa se puede visitar la iglesia de San Bartolomé, un templo barroco que capta la atención de todas las miradas.


A solo 30 metros del azul turquesa de las aguas del Mediterráneo nos recibe con las puertas abiertas el Parador de Benicarló, un hotel confortable de estilo sencillo cuyas habitaciones aguardan con la mejor de las decoraciones: sus ventanas al mar, a un paso de las olas. El Parador también mira al mítico castillo de Peñíscola (prohibido irse de este lugar sin hacerle una visita) y a unos cuidados y exóticos jardines de palmeras en los que siempre parece primavera. Playa, buen clima y, como tercer vértice de este perfecto triángulo, mejor gastronomía. Ineludible es disfrutar de un sabroso arroz en el restaurante del Parador. Decide tú si lo prefieres de carne, pescado o verduras, cualquier opción es buena para rendirte a los encantos de la cocina de la zona.


El entorno del Parador de Ronda es privilegiado, en el centro de la ciudad y junto al mítico Puente Nuevo

Parador de Ronda, donde el invierno pasa de puntillas


«Ronda alta y honda, rotunda, profunda, redonda y alta», escribió el poeta Juan Ramón Jiménez sobre esta ciudad malagueña anclada entre montañas. Perderse por sus callejuelas empredradas, asomarse al Tajo desde el Puente Nuevo, entrar en su iglesia de Santa María la Mayor o recorrer la que se conoce como “calle La Bola” (oficialmente Carrera Espinel) son algunos de los planes por los que vale la pena descubrir esta localidad o visitarla todas las veces que haga falta. Precisamente en el centro de la ciudad y junto al Puente Nuevo, en un lugar privilegiado, nos sorprende el Parador de Ronda, que se alza sobre la antigua Casa Consistorial. El lugar ofrece mucho más que un descanso de altura: unas vistas únicas sobre el Tajo en una hendidura de 120 metros de profundidad.


Si su exterior impresiona, su interior deslumbra a base de suaves tonalidades que decoran las amplias y luminosas estancias, perfectas para descansar después de una jornada de turismo sin prisas. Los dos restaurantes del Parador (uno de cocina andaluza y mediterránea y otro cuyos platos homenajean las comarcas de Málaga) permiten degustar productos tradicionales y disfrutar de postres elaborados artesanalmente. Ajo blanco con manzana y vino, arroz caldoso, salmorejo o croquetas de puchero son algunas de las opciones de la carta para saborear la esencia malagueña.


En pleno corazón de la Sierra de Guadarrama nos espera el Parador de La Granja, de estilo moderno

Parador de La Granja, una belleza real


Nada mejor para terminar nuestra ruta que sintiéndonos como reyes. Por eso, viajamos hasta el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, la residencia estival y lugar de retiro de Felipe V. Este lugar, declarado Conjunto Histórico Monumental, se erige como una de las mejores muestras del esplendor monárquico del siglo XVIII. Un imponente palacio, unos esmerados jardines, fuentes con espectaculares juegos de agua, esculturas... En definitiva, un ambiente de ensueño que recuerda al Palacio de Versalles en Francia por el que pasear y dejarse embaucar a tan solo 11 kilómetros de Segovia, al pie de las montañas del Sistema Central.


En este mágico entorno se ubica el imponente Parador de La Granja, un conjunto compuesto por dos construcciones: la Casa de los Infantes, construida en el siglo XVIII por Carlos III, y el cuartel general de la Guardia de Corps, lugar que alberga un sofisticado centro de congresos y convenciones. Modernas instalaciones, estancias luminosas y confortables y un spa perfecto para relajarse son los principales atractivos de este exclusivo alojamiento que permite, como ningún otro, disfrutar de la belleza y la elegancia del entorno y degustar la cocina tradicional y auténtica, que sirve en bandeja platos típicos como los judiones de La Granja, cochinillo y cordero asado. Y para terminar tu viaje con buen sabor de boca, ponche de yema y mazapán, un postre solo por el cual ya vale la pena coleccionar kilómetros para llegar a este punto de la provincia de Segovia.


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Este contenido ha sido desarrollado por Content Factory, la unidad de contenidos de marca de Vocento, con Paradores. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.