La neutralidad de carbono, un camino cada vez más real para proteger el planeta
BBVA ha fijado objetivos intermedios para descarbonizar su cartera en cuatro industrias intensivas en emisiones de CO2. La entidad financiera ha anunciado que reducirá entre 2020 y 2030 la intensidad de carbono de su cartera crediticia en muchas áreas
Las temperaturas extremas; la sequía, fuertes lluvias e inundaciones; los deslizamientos de tierra; el aumento del nivel del mar; la acidificación de los océanos o la pérdida de biodiversidad son una constante en las noticias de todo el mundo. Ya nadie cuestiona el cambio climático ni sus efectos, cada vez más extensos y visibles. Algo por lo que la Unión Europea asumió en 2015, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en París, el compromiso de avanzar hacia la neutralidad del carbono. Un escenario imprescindible para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, umbral que el IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) considera seguro para nuestra existencia.
Según datos de Naciones Unidas, desde 1990, y pese los avances en los últimos años, las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) han aumentado casi un 50%. De ahí que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU, en concreto el número 13, se centre en la adopción de medidas urgentes contra el cambio climático por parte de los países en desarrollo. En su lucha por reforzar ese mensaje internacional y lograr esa neutralidad de carbono [cuando se emite la misma cantidad de CO2 a la atmósfera de la que se retira por distintas vías, lo que deja una huella cero], en diciembre de 2019 la CE presentó el Pacto Verde Europeo. Un proyecto que aporta la hoja de ruta para hacer de Europa un continente climáticamente neutro en 2050.
Desde entonces, la mayoría de instituciones y empresas privadas europeas encararon un proceso de reflexión estratégica para seguir profundizando en su transformación y alcanzar esa ambiciosa meta. Y, por suerte, existen ejemplos de éxito que hacen pensar que su consecución es posible. Algunas compañías como BBVA ya han logrado su objetivo de ser neutras en emisiones directas de carbono en 2020 y siguen fijándose nuevas metas y trabajando en instaurar políticas empresariales para proteger el planeta.
Así, la entidad bancaria logró su neutralidad en ese tipo de emisiones al compensar toda la huella de carbono con proyectos mitigadores de CO2, que además generan un impacto positivo en las comunidades locales donde se desarrollan. El banco compensó 120.562 toneladas de dióxido de carbono con siete proyectos en cuatro de los países en que opera (Turquía, México, Bolivia y Uruguay) certificados bajo estándares internacionales de reconocido prestigio.
De hecho, BBVA ha batido todos los objetivos de su Plan Global de Ecoeficiencia 2016-2020 y su huella ambiental arroja unos datos muy positivos. Un 65% de la energía que consume en sus instalaciones sale de energías renovables, superando con mucho su objetivo fijado para 2020, que era un 48%. Asimismo, ha reducido un 58% sus emisiones de CO2, un 9% el consumo de electricidad, un 6% el de agua y un 42% el papel (todos ellos por usuario). Además, el porcentaje de personas que trabajan en edificios con certificación ambiental se ha incrementado hasta el 48%.
Según Naciones Unidas, desde 1990, y pese los avances en los últimos años, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) han aumentado casi un 50%
Un poco de certidumbre ante una situación preocupante: si la sociedad no rebaja sus índices de emisiones a la atmósfera, los informes científicos auguran múltiples riesgos. Impactos como, por ejemplo, problemas de abastecimiento por el colapso de las cosechas, disminución del agua potable –por primera vez en la historia cotiza en el mercado de futuros, como si fuera oro o trigo–, extinción de especies, desaparición de ecosistemas enteros, el aumento de huracanes o tifones, migraciones masivas por causas climáticas y geopolíticas asociadas…
Por eso es vital seguir trabajando esa filosofía de cuidado del medioambiente. Incentivar el uso de energías limpias y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero son los dos objetivos principales del nuevo Plan Global de Ecoeficiencia 2021-2025, en el que ya trabaja el banco español. Eso implica conseguir para ese año una reducción del 68% de las emisiones de CO2 de Alcance 1 y 2 y consumir un 70% de energía de origen renovable. En línea con ese último objetivo, BBVA está adherido desde 2018 a la iniciativa RE100, a través de la cual empresas de todo el mundo se comprometen a que su energía sea 100% renovable antes de 2050.
Se trata de cuidar del planeta y a la vez mejorar el modelo de negocio. Para el presidente de BBVA, Carlos Torres Vila, la transición energética supone una gran oportunidad ya que hay muchas actividades existentes que tendrán un enorme crecimiento, al tiempo que surgirán otras nuevas. “España tiene una ventaja competitiva en la transición energética», dice.
Un elemento clave es la electrificación y la descarbonización de la electricidad. “Vamos a multiplicar la potencia instalada y ahí España es muy competitiva, porque tiene el recurso natural, el nuevo petróleo: viento y sol”. Este último, a su modo de ver, “nos va a dar una segunda vida más potente que la del turismo todavía”, añade.
La entidad bancaria también forma parte de la Alianza Europea del Hidrógeno Limpio , organismo que pretende fomentar la extensión y el desarrollo en el uso del hidrógeno verde para una Europa neutra en carbono en 2050. BBVA es el primer banco patrio en esta alianza, impulsada por la Comisión Europea.
Esfuerzo continuo de todas las industrias
BBVA ha fijado objetivos intermedios para descarbonizar su cartera en cuatro industrias intensivas en emisiones de CO2. Tras comprometerse el pasado marzo a dejar de financiar el carbón en 2030 en los países desarrollados y en 2040 en el resto, la entidad financiera ha anunciado que reducirá entre 2020 y 2030 la intensidad de carbono de su cartera crediticia en un 52% en generación eléctrica; un 46% en la fabricación de automóviles; un 23% en la producción del acero; y un 17% en la producción de cemento. Estos sectores, junto al carbón, representan el 60% de las emisiones de CO2 mundiales. El banco centrará sus esfuerzos en acompañar a sus clientes con financiación, asesoramiento y soluciones innovadoras en el esfuerzo conjunto de descarbonización.
“España tiene una enorme ventaja competitiva en la transición energética”
Carlos Torres Vila, presidente de BBVA
Torres Vila concibe la lucha contra el cambio climático como una de las mayores disrupciones de la historia, una tarea que hay que acometer con un ritmo de cambio también sin precedentes. Y aunque las compañías energéticas tienen un papel muy importante en el proceso, se trata de un reto que afecta a toda la sociedad y requiere que se sumen los esfuerzos de todos: consumidores, poderes públicos, investigadores, inversores y empresas de prácticamente todos los sectores.
En esta transición, Carlos Torres Vila subraya que los bancos juegan un papel crucial, ya que son “catalizadores del cambio”. En su opinión, “la transición y la innovación requieren financiación”, y por ello tienen “un papel muy importante también asesorando a nuestros clientes con soluciones innovadoras para acometer esa transición”. Sin duda, los bancos tienen un rol destacado para “analizar oportunidades de inversión y gestionar los riesgos asociados” al cambio climático.
En definitiva, BBVA ha convertido la sostenibilidad en una de sus prioridades estratégicas desde 2020. Además de reducir su impacto directo y convertirse en neutral en sus emisiones de CO2, a través de su actividad, pretende acompañar y ayudar a sus clientes a transitar hacia un mundo más sostenible frente al cambio climático y apostar por el crecimiento inclusivo. Además, la entidad bancaria se ha fijado el objetivo de ser neutros también en las emisiones indirectas, es decir, aquellas que generan los clientes a los que financia y que tiene un largo recorrido.
Así, en Acción Climática entran en la hoja de ruta del Grupo acciones destinadas a fomentar la eficiencia energética, la economía circular y la reducción de la intensidad de carbono. Y en términos de Crecimiento Inclusivo, movilizar inversiones para construir infraestructuras inclusivas y fomentar el emprendimiento y la inclusión y salud financiera. Un ejemplo a tener muy en cuenta para aquellos que buscan un camino cada vez más real para proteger el planeta.