Una noche en la habitación donde duermen papas, reyes, peregrinos y hasta los Rolling Stones
Más de 500 años de historia atesoran los bellos muros de piedra del Parador de Santiago de Compostela, un edificio Patrimonio de la Humanidad que alberga un sinfín de curiosidades
Cuentan los compostelanos que en su cafetería muchos se han sacado la carrera y se ha firmado “todo lo importante” que pasaba en la ciudad. También muchos recuerdan que sus abuelos nacieron aquí. Eso en las últimas décadas, pero si echamos la vista atrás, entre las centenarias paredes del Hostal Dos Reis Católicos (o el hostal, como le llaman los vecinos) se han alojado papas, reyes y, claro está, peregrinos. Más de 500 años dan para mucha historia y un sinfín de curiosidades. Si empezamos por el principio, lo primero que hay que contar es que lo que hoy es el Parador de Santiago de Compostela está considerado como uno de los hoteles más antiguos del mundo. Su construcción fue ordenada en 1499 por los Reyes Católicos para dar auxilio y cobijo a los maltrechos peregrinos que coronaban la última etapa del Camino de Santiago. Abrió sus puertas en 1511 y hasta mitad del siglo pasado, cuando se convirtió en hostal y después en Parador, desde su posición privilegiada junto a la Catedral de Santiago, ha sido hospital de peregrinos y de pobres, casa de niños expósitos y hasta ha tenido su propia legislación.
Tras su bella fachada plateresca, y con permiso de los remansos de quietud que son sus cuatro claustros de los siglos XVI y XVIII y de la espectacular capilla real, entre los muros de piedra de este edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad, sobresalen dos habitaciones que respiran el peso de la historia. La habitación 301 es la suite real. Si el artesonado de madera que la corona, su amplio salón y las obras de César Manríquez dan buena cuenta de cómo duermen reyes y primeros ministros cuando viajan a Santiago, el espectáculo de verdad llega al abrir ventana. Es la única habitación con una balconada que da a la Plaza del Obradoiro y, por tanto, una de las más demandadas.
Lo mismo ocurre con la habitación 329. Es la suite del cardenal… o quizás podría ser rebautizada la de Mick Jagger. Aquí, entre su chimenea, sus camas con doseles o su imponente baño a la última, predominan la madera, la piedra y los tonos rojos para recordar esa magna estancia que inauguró el que fuera Juan XXIII. Corría el año 1954, Año Xacobeo, y estaba prevista la visita del papa Pío XII a la ciudad. Como no había un lugar donde acoger a todas las autoridades eclesiásticas, se decidió transformar el hospital en el Hostal Dos Reis Católicos. Las obras tardaron solo nueve meses, con turnos de trabajo de 24 horas domingos incluidos, pero el 25 de julio de 1954, festividad de Santiago, finalmente no pudo viajar el papa. Sí lo hizo el cardenal de Venecia, Angelo Giuseppe Roncalli, que cuatro años después sería nombrado papa como Juan XXIII. Esa historia fue precisamente la que fascinó al cantante de The Rolling Stones, que se alojó en esta suite en 1999 durante un concierto con motivo de las fiestas del Xacobeo. «Es uno de los mejores sitios que he estado en mi vida. Es fácil encontrar el lujo. Esto no», aseguró el cantante tras conocer la historia de la habitación que estaba ocupando y del Parador.
“Quien viene al Parador de Santiago no viene a un hotel, viene a vivir una experiencia y a un lugar con más de 500 años de historia donde se han alojado papas, reyes… Es una joya arquitectónica, histórica, cultural y de servicio”, resume Santiago Carrera, director del Parador. “La gente de la ciudad lo siente como suyo”, agrega Esther González, subdirectora. “El Parador es uno de los buques insignia de Santiago. Es especial por el marco donde está ubicado y por el trato y la oferta gastronómica que ofrece a los visitantes”, añade Manuel Rodríguez, más conocido como Manolito. Sabe bien de lo que habla porque entró con 16 años en el Parador para trabajar como mozo de equipaje y 34 años después presume con orgullo de tener uno de los mejores puestos de trabajo con vistas perpetuas al Obradoiro. “La puerta es el mejor lugar. Soy un privilegiado… y lo digo”, cuenta entre risas.
Las recomendaciones de los que más saben...
MOZO DE EQUIPAJE
Manuel Rodríguez
16 años en el Parador de Santiago
SUBGOBERNANTA
Teresa Blanco
30 años en el Parador de Santiago
CAMARERO
Carlos Magariños
Seis años en el Parador de Santiago
Pero más allá de las grandes personalidades, el Hostal Dos Reis Católicos ha sido testigo de esas pequeñas gestas cotidianas que protagonizan los personajes anónimos de la historia. Las de esos peregrinos que llegaban exhaustos y buscaban alimento y cobijo entre sus muros, las de aquellos enfermos que encontraban cura para cuerpo y alma, las de los médicos y boticarios que se la proporcionaban o las del administrador que regía en el edificio. Tanto era su poder que el último hasta pidió que se le enterrara en su despacho: hoy le recuerda una lápida en la habitación 124.
Al pasear entre los dos preciosos claustros del siglo XVI es fácil imaginarse a los galenos seleccionando las hierbas medicinales para curar a peregrinos y enfermos, a los cocineros abasteciéndose de gallinas, cerdos e incluso peces de la piscifactoría ubicados en los otros dos claustros del siglo XVIII, a esos bebés que entraban a través de la inclusa en busca de un futuro, a las parturientas que caminaban escalera arriba y abajo por la hoy llamada Escalera de Belén o a los enfermos que, bien desde los bancos o bien desde las balconadas superiores si su estado de salud era más delicado, escuchaban misa en la imponente capilla real, el corazón del edificio que hoy sigue conservando su precioso retablo.
Pasa desapercibida, pero en una de las esquinas de lo que hoy es un salón de eventos y banquetes del Parador de Santiago hay una pequeña pila bautismal de piedra que atesora muchas historias. El Hostal dos Reis Católicos acogió hasta mediados del siglo XIX una inclusa para niños huérfanos que, nada más llegar, eran enumerados, bautizados y alimentados. Aunque no entró por la inclusa, aquí se bautizó el 24 de febrero de 1836 a María Rosalía Rita, más conocida como Rosalía de Castro, icono de las letras gallegas y españolas. Según reza su partida de bautismo, que aún conserva el Parador, la niña era de padres incógnitos (de hecho, se sabe que era hija ilegítima de un clérigo de la ciudad) y llegó en brazos de María Francisca Martínez, una vecina que hizo de madrina y que se la llevó consigo al acabar la ceremonia.
“Que 3.000 demos te leven e outros tres carguen contigo por facerme tanto dano, por xogar tanto conmigo”. Así arranca la bajada a los infiernos de Tanxugueiras y Rayden en su canción Averno, mientras el cuerpo de baile espera en el suelo de la capilla real el Parador de Santiago de Compostela a que comience el exorcismo de la rabia. La piedra caliza y el suelo bicolor de este emplazamiento histórico considerado el corazón del Hostal dos Reis Católicos, donde los enfermos del Hospital Real escuchaban misa cada día entre los siglos XVI a XVIII, es uno de los escenarios escogidos por el trío gallego y el cantante madrileño para el videoclip de esta colaboración.
La visita por el Parador también debe detenerse en el comedor real, con vistas privilegiadas al Obradoiro, o en lugares tan recoletos como O Paraladoiro, donde las mujeres se reunían, frente a un brasero y junto a una ventana con vistas a la plaza, a arreglar el mundo. Hoy el murmullo de los cientos de turistas y peregrinos y el sonido de la gaita se cuela por esa ventana en una escena tan bucólica como la que se podía vivir siglos atrás.
DE PEREGRINOS Y BUEN COMER
Si algo es seña de identidad de Santiago y de su Parador es el Camino. Los peregrinos fueron los primeros que se alojaron entre sus muros y hoy siguen haciéndolo. De hecho, se conserva la tradición de invitar a comer a los diez primeros peregrinos que cada día sellan su credencial. En torno a la una de la tarde, en una mesa del Enxebre, el restaurante más tradicional del Parador, se reúnen para dar buena cuenta de un caldo gallego, codillo y tarta de almendra mientras comparten experiencias. “Estoy enamorado de Galicia desde la primera vez que hice el Camino”, cuenta Roberto, un brasileño afincado en Luxemburgo que es la décima vez que hace el Camino. Esta vez ha llegado a la capital gallega desde Irún y se muestra pletórico frente al caldo. Geraldina, de El Salvador, es la segunda vez que corona Santiago, esta año desde Oporto, y reconoce que ha sido “una buenísima sorpresa” recibir los tickets para comer este menú peregrino en el Parador.
“Es una aventura, un descubrimiento y una cura mental. Te quita el estrés”
Gregorio y David, de Zaragoza y Valencia, comparten mesa con ellos tras diez días de ruta desde León. También llevan varios caminos sobre sus espaldas y, al igual que Abel, que está haciendo el Camino hasta Finisterre desde Burgos. Todos coinciden y recomiendan efusivos calzarse las botas y hacer el Camino de Santiago. “Es una aventura, un descubrimiento y una cura mental. Te quita el estrés”, dice el último. Y añade que lo mejor son las relaciones que se traban: “Siempre empiezo solo. El primer día me como un bocadillo y el último terminas reservando cena para 25”. Sabe bien de lo que habla porque suma una docena de caminos y es la primera vez que llega entre los 10 primeros para poder vivir una tradición tan xacobea como comer en el hostal que antaño acogía a los peregrinos.
Otra de las particularidades del Parador de Santiago es que cuenta con dos restaurantes: junto al Enxebre, más de tapeo y estilo rústico para picar platos típicamente gallegos como pulpo a feira, pimientos del padrón o zorza, está el Restaurante Dos Reis, más elegante y de cocina creativa que, además, cuenta con música de piano en directo. “No es habitual que haya dos restaurantes en Paradores, pero la verdad es que tenemos mucha demanda por el volumen de turistas”, explica Santiago Carrera. En ambas cartas predomina la gastronomía local, ya sea en su versión más tradicional en el primer caso o elaborada en el segundo, y el producto de cercanía, otra de las señas de identidad de la cadena hotelera. De hecho, explica Elisa Fernández, segunda jefa de cocina del restaurante, a diario compran en el mercado de la ciudad y en la lonja de la Ribera de donde reciben, por ejemplo, los moluscos de Cambados o los pescados de la Ribera. Y eso se nota (y mucho) en la mesa.
Restaurante Dos Reis
Hoy comemos...
“Elegir solo un plato o un menú es muy difícil. Hay que hacer muchas visitas a Galicia para probar todo lo que ofrece su gastronomía”, explica Elisa Fernández, segunda jefa de cocina del Restaurante Dos Reis del Parador compostelano. Confiesa que lo que más se pide, y lo sabe bien tras 17 años en estas cocinas, son la caldeirada de merluza, las zamburiñas o las vieiras. Aun así, recomienda un menú “muy gallego y muy de mar” que arranca con un erizo de mar gratinado relleno de su propia carne y salsa holandesa, prosigue con una espectacular caldeirada de merluza y, cómo no, termina con una tarta de almendra de Santiago que se hace en el propio obrador del restaurante. Pero claro, añade, nos quedaría por probar la ternera gallega o los mariscos de la ría. O la tosta de sardina ahumada, que recomienda afable Marquitos. Porque eso es lo mejor para poder elegir ante tantas deliciosas opciones: dejarse aconsejar por sus camareros.
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Créditos
Coordinación: Prado Campos
Fotografía: Andrés Martínez Casares