Por qué no deberías disimular tu acento para conseguir un trabajo
Puedes exagerar tu nivel de inglés, omitir periodos de inactividad o inventar puestos en el extranjero. Todo vale con tal de conseguir el trabajo de tus sueños… excepto renegar de tus raíces y de quién eres. Con motivo del Día Mundial de la Diversidad, Cruzcampo reivindica el acento como arma de no discriminación.
Hagamos un sencillo ejercicio de imaginación. Concéntrate y piensa en Elton John. Ahora quítale sus extravagantes y coloridas vestimentas. Ya no es Elton John, ¿verdad? Visualiza a Shakira, pero no le pongas su característico y sexy movimiento de caderas acompañando a esa voz inigualable. Ha dejado de ser Shakira, ¿correcto? ¿Y qué sucede si escuchas en tu mente a Josep Pedrerol pero sin las pausas que hace cuando presenta?
No hace falta ser Elton John, Shakira o Pedrerol para tener un sello único e inconfundible. Tú también lo tienes. Y también todas las personas con las que te cruzas cada día. Tu vecino venezolano, por ejemplo, el que sigue cambiando la “s” por una especie de “h” soplada aunque lleve 20 años viviendo en el madrileño barrio de La Latina. Nadie prepara las arepas como él. O la conductora del autobús que coges para ir al trabajo, gallega de pura cepa. Es más difícil escucharle un tiempo compuesto que poner la funda del nórdico sin ayuda. Pero nadie más que ella te dice “pobriño” cada vez que te ve correr portátil en mano para subir a tiempo al autobús. Todos somos únicos. Hablamos, vestimos, nos movemos, bailamos, pensamos o soñamos de forma diferente. Nos gustan, inquietan, motivan o asustan cosas distintas. Y menos mal, porque como dice la escritora Elizabeth Ann, «la diversidad crea dimensión en el mundo».
Se busca personal con mucho acento
“Pues que se peine pa’l lao”. Así de directa es la respuesta de una aspirante a reportera si la persona que quiere contratarla le pone como condición que disimule su acento. «¿Me estás haciendo esta pregunta en el siglo XXI?», añade otra. “El acento da raíz, autenticidad, personalidad, el acento da alegría”, dice otra chica. Ambas han participado en la última genialidad de Cruzcampo, un experimento social de la marca de cerveza sevillana para reivindicar el acento como arma de no discriminación con motivo de la celebración del Día Mundial de la Diversidad, que se celebra este 21 de mayo. Cruzcampo, que ya “resucitó” a Lola Flores en su campaña más viral y premiada, Con mucho acento, donde defendía esa forma de ser y de vivir que nos conecta a nuestras raíces, ha salido ahora a la calle para descubrir si la gente sería capaz de censurar ciertos rasgos de su personalidad para tener más posibilidades de ser aceptada en el trabajo de sus sueños. Y esto es lo que ha pasado:
¿Qué harías tú? ¿Disimularías tu acento para conseguir un trabajo? ¿Ocultarías tus tatuajes? ¿Cambiarías el color de tu pelo? Hay muchas características, cualidades o aptitudes que nos permiten desempeñar correctamente un trabajo. Pero tener acento andaluz, catalán o peruano no es una de ellas, igual que tampoco lo es llevar tatuajes, el pelo a lo afro o vestir siempre con camisas de lunares. Sin embargo, la realidad nos indica que todavía queda mucho por avanzar en la lucha contra la discriminación laboral. En Alemania, por ejemplo, un estudio de la Universidad de Múnich y la Universidad de Chicago dedujo que los alemanes que no tenían acento centrista cobraban un 20% menos que los que tenían el acento normativo. Por otra parte, la discriminación por origen racial o étnico afecta al 29% de los empleados, según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Los principales perjudicados son los trabajadores procedentes de la África no mediterránea (41,7% de afectados), magrebíes (33,6%) y gitanos (30,1%).
La discriminación por origen racial o étnico afecta al 29% de los empleados
Ojalá no tuviera que existir la palabra, pero lo hace: la glotofobia es la discriminación o rechazo hacia una persona solo por su acento. La buena noticia es que tiene solución, aunque para ello se requiere un abordaje multidisciplinar: por un lado, una legislación que castigue de forma efectiva la discriminación laboral y, por otro, educar en la positividad y riqueza que aporta vivir en un mundo con diversidad de acentos. «De las mezclas y suma de diferentes acentos siempre salen cosas buenas. Y son las nuevas generaciones las más conscientes de que mostrarse tal como son y defender su propia personalidad, su acento, es su mejor carta de presentación, tanto en una entrevista de trabajo como en el ámbito personal», asegura María Ruiz Sanguino, responsable de Cruzcampo, para quien el experimento que acaban de lanzar muestra “un rayo de luz” sobre el cambio que se empieza a percibir en la sociedad.
Así lo afirman varios de los participantes en la campaña de Cruzcampo: «La reacción es muy simple: no coger un trabajo donde te discriminen». Porque el acento va mucho más allá de la forma de hablar: es una seña de identidad, nuestras raíces, nuestro tesoro. Y «la identidad no se cambia».