Más allá de los contenedores de colores: cómo reciclar (mucho y bien) para vivir mejor

Papel, vidrio, envases, pilas… Reciclar correctamente nuestros residuos es una gran idea para reducir la huella de carbono y luchar contra el cambio climático. En materia energética, apuestas como el gas renovable están llamadas a marcar la pauta

Hace años que los españoles estamos concienciados en materia de reciclaje. De hecho, cuesta encontrar a un ciudadano que no separe sus residuos. La mayoría de los hogares cuentan con varios cubos de basura destinados a los distintos formatos reciclables y los ayuntamientos ponen al alcance de los ciudadanos contenedores para facilitar un proceso clave en la lucha por la transición ecológica.

El correcto reciclaje no sólo contribuye a darle una segunda vida a determinados materiales frente al modelo lineal del uso de recursos. También reduce significativamente nuestra huella de carbono. Según Ecoembes, en 2020 se evitó la emisión de 1,67 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera, una cantidad que equivale a lo que emiten las calefacciones de 800.000 personas (la población de la provincia de Tarragona, por ejemplo) durante un año. Asimismo, se ahorraron 20,29 millones de m3 de agua y 6,37 millones de MWh de energía. Basta echar cuentas para entender lo que implica nuestra manera de consumir en la huella de carbono que dejamos. Por cada kilogramo de plástico que se fabrica se liberan 3,5 kilogramos de CO₂ a la atmósfera. Si es PET reciclado, la cantidad se reduce a 1,7 kilogramos de CO₂. En el caso de materiales como el vidrio, por cada kilo reciclado el ahorro es de 300 gramos de CO₂.

Cuando se trata de reciclar, los españoles lo hacemos especialmente bien con el plástico, tal y como certifican los datos: según el informe europeo Circular Economy for Plastics – A European Overview, el 43% de los españoles reciclan todos los plásticos, en un porcentaje que aumenta hasta el 52% en el caso de los envases plásticos.

Pero que estemos en el buen camino no significa que no haya margen de mejora. Especialmente si miramos el global de los residuos y nos comparamos con otros países de nuestro entorno. En 2021, la tasa de reciclado de residuos municipales en España se situó en el 35%, lejos del objetivo marcado por la Comisión Europea del 50% y también por debajo de la media de la Unión Europea del 48%, según un informe sobre economía circular publicado por la Fundación Cotec para la Innovación.

Hacia una economía circular

Son dos palabras estrechamente relacionadas con el reciclaje y que, de un tiempo a esta parte, están en boca de todos. No es de extrañar: al fin y al cabo, por ellas pasa buena parte del futuro. La economía circular es un modelo de producción y consumo que crea valor añadido a base de reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible, para así poder alargar su ciclo de vida y reducir al mínimo el impacto en el medio ambiente. Una nueva manera de producir, de pensar y de vivir.

Pero la economía circular no es solo una apuesta hacia un mundo más sostenible: también se trata de una oportunidad. La Organización Internacional del Trabajo calcula que la economía circular generará 24 millones de empleos en el año 2030 en todo el mundo. Asimismo, la Unión Europea ha calculado que, en ese mismo periodo, se producirá un crecimiento anual del 0,3% de la ocupación relacionada con este sector, lo que se traducirá en cerca de 700.000 nuevos puestos de trabajo.

El gas renovable, el futuro

Es, sin duda, una de las apuestas de futuro más ambiciosas. Empresas como Naturgy se han marcado como prioridad el desarrollo del gas renovable (biometano e hidrógeno) como vector energético y de almacenamiento, lo que facilitará la transición a un modelo descarbonizado.

Esa apuesta se ha plasmado ya en realidades. El pasado junio de 2021, Naturgy marcaba un hito en la transición energética de España con la primera inyección de gas renovable procedente de vertedero en la red de distribución. Situada en la localidad barcelonesa de Cerdanyola del Vallés, la Planta Elena podrá inyectar 12 GWh/año a la red, equivalente al consumo de 3.200 viviendas con gas natural, y evitará la emisión a la atmósfera de aproximadamente 2.500 toneladas de CO₂/año, lo que equivale a plantar unos 5.000 árboles.

En este sentido, la compañía energética impulsa una iniciativa pionera para ofrecer una solución a los problemas ambientales derivados de la mala calidad del aire que se genera con la quema de la paja del arroz. Mediante la técnica de la digestión anaerobia, los residuos se valorizan convirtiéndose en gas renovable, que se inyecta en la red de distribución para emplearse con los mismos usos finales que el gas natural, además de en nutrientes y productos fertilizantes que pueden aplicarse, de nuevo, en la agricultura, creando un modelo de economía circular. Este proyecto de Naturgy y su distribuidora de gas, Nedgia, junto con Enagás y Genia Bioenergy, a través de un protocolo con la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana, contribuye a avanzar en los objetivos de descarbonización y en el proceso para alcanzar la transición energética.

La producción e inyección de gases renovables generan beneficios para todas las partes involucradas. Por un lado, resuelve el problema medioambiental de las emisiones contaminantes asociadas a la gestión de residuos, cuyo gas generado se liberaba hasta el momento a la atmósfera. Además, revaloriza residuos de origen urbano, así como de explotaciones agrícolas o ganaderas o de estaciones depuradoras de aguas residuales, creando modelos de economía circular donde el productor de los residuos también se ve beneficiado. Asimismo, utiliza la red de distribución existente, minimizando la inversión necesaria para adaptar el biogás a la calidad que requiere su inyección y consumo. Y por último, contribuye al desarrollo económico del medio rural y a la cohesión territorial en zonas con retos demográficos, una realidad que supone un auténtico reto en países como España.