Cuando en 2021 Jorge y sus socios se inscribieron en la plataforma Ecólatras para dar visibilidad a su proyecto innovador de convertir pelotas de tenis en zapatillas, nunca se imaginaron que su idea iba a acabar premiada. “Es una plataforma virtual pionera en España de la que hemos recibido mucha ayuda a lo largo de estos años y estamos muy agradecidos”.
Ecólatras es una comunidad medioambiental virtual de ecomovilización creada en 2017 por Ecovidrio que ofrece recursos e inspiración a iniciativas de sostenibilidad, consumo responsable, energías renovables, reciclaje, respeto a los animales, activismo medioambiental, voluntariado, cosmética natural y alimentación sostenible. Su desarrollo a lo largo de estos años es ejemplo de que España está comprometida con el planeta porque cuenta con más de 130.000 ecólatras en activo que apoyan más de 1.524 iniciativas inscritas orientadas a hacer un mundo mejor.
Ser ecólatra siempre trae cosas buenas. Las iniciativas inscritas no solo reciben difusión, contactos, visibilidad y movilidad, algo fundamental para su desarrollo, sino que además las más apoyadas por la comunidad se proclaman ganadoras trimestralmente, optando anualmente a ser la iniciativa ganadora según el criterio del jurado de Ecovidrio, recibiendo 4.000€ de premio.
Al enterarse de su existencia Jorge y sus socios quisieron convertirse en ecólatras para compartir sus valores de marca No Time, destinada a reciclar pelotas de tenis inservibles. Y entonces, todo cambió.
Ecólatras es una comunidad medioambiental virtual de ecomovilización creada por Ecovidrio en 2017.
¿Cómo nació No Time?
La vida útil de una pelota de tenis es sorprendentemente corta. Estamos hablando de seis juegos en perfectas condiciones de duración a nivel profesional y tres partidos a nivel aficionado. Los amantes del tenis son legión en nuestro país y eso significa que la cantidad de pelotas de tenis que acaban en la basura semanalmente transgrede lo razonable.
De ello se dio cuenta Jorge Calle, cofundador de No Time, una marca que decidió reciclar las pelotas de tenis usadas como nunca se había hecho hasta el momento. Fue una idea llevada a cabo por varios amigos que, por supuesto, amaban el tenis. “Estábamos jugando uno de nuestros partidos y nos dimos cuenta de que las pelotas se desechaban enseguida, no se reciclaban y pensamos en hacerlo nosotros, aun sin saber cómo”.
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Jorge, bla bla
En su mente no planeaba la idea de crear una marca de zapatillas, “soñábamos simplemente con dar otra vida a las pelotas de tenis, de modo que hicimos un listado con posibles opciones y finalmente estudiamos la posibilidad de reutilizarlas creando moda, algo que además nos gustaba”.
El sector textil tiene un impacto medioambiental que nadie puede dudar ni rebatir. Los procesos de producción y logísticos de grandes empresas, casi siempre llevados a cabo en otros países, afectan a la huella de carbono de manera insostenible. Por eso, los fundadores de No Time quisieron demostrar que era posible fundar una marca de moda de calidad, con diseño, actual, con recursos locales, buenas condiciones de empleabilidad y además respetuosa con el planeta. Y lo mejor es que lo consiguieron. “En resumen, quisimos hacer las cosas bien y demostrar que se puede producir contribuyendo al desarrollo social y sin perjudicar el medioambiente”, precisa Jorge.
Lo primero que hicieron fue crear una red para recoger las pelotas de tenis que se desechan en los clubs y escuelas de la Comunidad de Madrid que de otro modo irían a la basura. Investigaron la forma de triturarlas para que se integraran conformando la suela de la zapatilla y a eso unieron plantillas hechas con microplásticos reciclados del mar, tejido de algodón y un packaging hecho con materiales reciclados. Todo este trabajo fue llevado a cabo en talleres locales alimentados con placas solares y buenas condiciones de trabajo, algo que encajaba con sus ideales.
La pregunta que surge es si este tipo de negocios es económicamente viable. Jorge es sincero: “Sí, lo es. Nuestros clientes son personas que comulgan con nuestros principios y valoran nuestro compromiso social”. El tema del precio, tabú cuando se habla de procesos artesanales y sostenibles, es abordado por Jorge con total transparencia. “Intentamos que nuestro producto no sea más caro por el hecho de ser sostenible y, de hecho, entramos en el mercado con precios iguales a los de productos similares no sostenibles”.
Eso sí, aunque es un negocio económicamente eficiente, Jorge deja claro que el foco no debe ser el máximo beneficio porque “es posible que el negocio sea rentable y además esté en consonancia con otros valores”. De hecho, un 20% de sus ganancias van destinadas a la Fundación A la par, con la que colaboran estrechamente en la fabricación de otro de sus productos: calcetines. “Los chicos de la Fundación con discapacidad intelectual crean los dibujos que luego estampamos en los calcetines. Les pagamos un royalty y les hacemos partícipes de nuestros beneficios”.
Ecólatras impulsa iniciativas sostenibles con premio
Eso sí, la terapia CAR-T no se indica para todos los pacientes con linfoma. “Hay que tener un alto conocimiento sobre qué paciente realmente se puede beneficiar de la terapia, que no es universal para todos los pacientes”, matiza la especialista. De hecho, la aplicación de la terapia CAR-T debe ser aprobada por un grupo de expertos del Ministerio de Sanidad. “Yo había cumplido 77 años y me dijeron que, al tratarse de una persona tan mayor, no sabían si me lo iba a aceptar el comité médico que lo tenía que aprobar”, relata José Luis. “Pero mi doctora peleó muy bien por mí, preparó mi caso a conciencia y el comité médico aceptó”.
Así que José Luis se preparó para recibir la terapia. “Una vez que se extraen las células del paciente, estas viajan fuera de España, a plantas que hay en Países Bajos o en Estados Unidos, y allí es donde se transforman”, indica la Dra. Bastos. Esa transformación lleva unos 28 días, durante los cuales el paciente suele recibir un tratamiento para controlar la enfermedad. Transcurrido el tiempo, se programa su ingreso, se le infunden los linfocitos modificados y se mantiene ingresado el tiempo necesario para controlar posibles efectos tóxicos indeseados.
El proceso que siguió José Luis fue algo diferente, ya que coincidió con los peores momentos de la pandemia de COVID-19 en 2020. “Por esa razón hubo que retrasar unos meses la infusión de los linfocitos”, recuerda José Luis. “Antes de eso, te dan quimioterapia y luego te infunden los linfocitos que han enviado al laboratorio. Y, en mi caso, tuve que estar ingresado 30 días en la Unidad de Trasplantes de Médula Ósea del Hospital Gregorio Marañón. Allí me vigilaban mucho, incluso me pedían que escribiera cada día. La terapia me dejó la cabeza que no podía ni leer”.
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Cita 2
No Time, la marca creada por Jorge y sus socios, ganó como iniciativa con más apoyos el primer trimestre de 2021, algo que supuso un fuerte incentivo en su trabajo. “Fue un avance en nuestra marca por su visibilidad, el posicionamiento y la red de contactos que nos facilitó”, asegura agradecido.
De redes Ecólatras sabe mucho porque cuenta con más de 24.000 seguidores en sus redes sociales, una cifra de la que sentirse orgulloso y que se dispara de manera exponencial cada día porque como dice Jorge “el mundo está cambiando y en el futuro mejoraremos muchos aspectos” y esa preocupación se siente en internet, lugar de convivencia de la plataforma.
Por último, Jorge invita a participar en Ecólatras tanto si el compromiso con el planeta es personal y se quieren apoyar iniciativas como si se es el creador de un proyecto. “Nosotros soñamos con cambiar el mundo y se agradece que haya empresas como Ecovidrio que hagan más fácil este camino a gente pequeña, pero con grandes ideas”, concluye, reconociendo que el compromiso parte de pequeños gestos individuales a los que hay que apoyar con grandes iniciativas globales.
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