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AYUDA EN ACCIÓN

Tradición y desarrollo, armas de futuro en los Andes peruanos

En el nuevo capítulo de la docuserie ‘La Oportunidad’, Ayuda en Acción propone conocer la historia de Rusbiña y Yovana, dos jóvenes procedentes de una de las zonas más deprimidas de Perú

Dani Cabezas

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En las faldas de las imponentes montañas de los Andes peruanos, en el corazón del Valle Sagrado de los Incas en Cusco, se encuentra la localidad de Ollantaytambo. Un lugar de embriagadora belleza en el que se han mantenido intactas muchas de las tradiciones ancestrales y la forma de vida tradicional de una cultura milenaria.

Pese a ser una parada habitual para muchos turistas que visitan la cercana Machu Picchu, una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno y uno de los conjuntos arquitectónicos más visitados del mundo, y de conservar un diseño urbanístico inca único, buena parte de la población de este rincón del planeta vive en la pobreza.

Esa situación afecta especialmente a las mujeres, y más concretamente a las mujeres jóvenes. Perú registra la brecha de género más alta de toda América Latina, esencialmente por un menor acceso de las mujeres a la educación. De hecho, el 8,3% de las mujeres peruanas mayores de 15 años no saben leer ni escribir, una cifra que triplica a la de los hombres. Es por ello que los proyectos de Ayuda en Acción están dirigidos específicamente a ellas.

Una juventud difícil

“Yo no pude estudiar. Cuando era niña, mi sueño era ser actriz, pero mi madre enfermó y mi padre era alcohólico”

Rusbiña, de 25 años, vive en la comunidad de Patacancha. Y su historia es similar a la de otras muchas mujeres de la zona. “Yo no pude estudiar. Cuando era niña, mi sueño era ser actriz, pero mi madre enfermó y mi padre era alcohólico”, cuenta en el nuevo capítulo de ‘La Oportunidad’, la docuserie de Ayuda en Acción que pone rostro, nombre y apellidos a las personas destinatarias de su labor en lugares como esta zona de los Andes. La situación de Rusbiña la obligó a tener que hacerse cargo de su hermana y, a su vez, a dejar de lado sus estudios. “Yo no conocí juguetes, ni parques. Si mi padre me hubiera educado como debería, hubiera podido estudiar y ser algo en la vida”, cuenta. A los 20 años tuvo hijos, lo que complicó aún más su situación de cara a encontrar trabajo.

Junto a otras jóvenes como ella, Rusbiña forma parte de un proyecto de Ayuda en Acción para mejorar el acceso al mercado laboral y brindar oportunidades a las mujeres jóvenes de cara a que puedan obtener ingresos sostenibles y generar empleo. Todo, bajo un enfoque social y ambientalmente responsable, que motiva a las personas a alcanzar su autonomía y ser capaces de provocar cambios que transformen sus vidas y las de sus comunidades. El proyecto, presente en Ollantaytambo desde mayo del 2022 ha logrado constituir en apenas un año siete nuevas asociaciones. Dentro del programa se logró capacitar a 220 beneficiarias, de las cuales el 90% son mujeres.

En este proyecto, las emprendedoras usan técnicas ancestrales y materias primas naturales para la elaboración de productos a base de tejidos en fibra de alpaca. Por sus manos pasa todo el proceso productivo, desde la crianza de sus alpacas, esquila, lavado y limpieza al hilado, teñido y tejido de la fibra. Un laborioso trabajo manual basado en recursos naturales, y que da como fruto chalinas, gorros, guantes, caminos, individuales, bolsas, entre otros productos.

“Han aprendido a fidelizar a los clientes y a cerrar las ventas. Un negocio que crece necesita más personal, lo que se traduce en más trabajo para la zona”

“Nuestra labor principal es empoderarlas para que todas las emprendedoras artesanas sean independientes”, explica Milton Maqquere, especialista de Oportunidades de Negocios Sostenibles de Ayuda en Acción. “Han aprendido a fidelizar a los clientes y a cerrar las ventas. Un negocio que crece necesita más personal, lo que se traduce en más trabajo para la zona. Con ese movimiento económico mejora la calidad de vida a todos los niveles, incluyendo la alimentación y la educación que pueden darle a sus hijos, algo básico en esta zona”.

La radio como arma

Yovana es más joven, pero su historia es similar a la de Rusbiña. A sus 15 años, ya sabe lo que es trabajar duro para ganarse la vida. “La economía de este lugar es muy pobre: todo lo que cultivamos es para nuestro propio consumo”, cuenta en el nuevo vídeo de La Oportunidad. Pese a ello, siempre se esforzó para estudiar.  “Cumplía con mis deberes y era la primera de la clase, por lo que me tenían envidia y me pegaban”, relata.

Junto a otras niñas y niños de su edad, Yovana participa de los proyectos de la línea de intervención Protección de la infancia y juventud, que impactan en las comunidades de Cusco, Piura, Cajamarca, La Libertad y Andahuaylas. En esos programas, Ayuda en Acción trabaja en el fortalecimiento de sistemas de protección comunitarios y locales, mediante el desarrollo de estrategias de participación de niñas, niños y adolescentes y la reducción de brechas de desigualdad entre hombres y mujeres. 

Entre otros proyectos, destaca el programa de radio que elaboran los propios niños, niñas y jóvenes de la zona. Bajo el nombre Kawsayninchista, Yuyayninchista Awarispa Kuska Wiñarisun (‘Crezcamos juntos entretejiendo nuestras vidas y mentes’, en lengua quechua), el espacio se elabora con la participación de unos 150 jóvenes, que cumplen diferentes roles como presentadores, productores, corresponsales o guionistas. Entre sus objetivos, se promueve la construcción de una ciudadanía responsable y la participación activa, y se trabajan habilidades de expresión, prevención de la violencia, embarazos en adolescentes y construcción de plan de vida, siempre poniendo en valor su idioma, su identidad, su territorio y su cultura. Una manera de que los más jóvenes del lugar descubran sus propios talentos y puedan desarrollarse en una comunidad libre de violencia y más igualitaria. 

“En la radio, los chicos expresan sus sentimientos en libertad”, cuenta Romana Auca, especialista de Protección de Infancia y Juventud de Ayuda en Acción. “El mayor problema es la opresión, que se traduce en que no dicen lo que sienten”. El hecho de que lo hagan en su lengua materna establece un poderoso vínculo con la comunidad. “Hablamos en quechua para que nuestros ciudadanos nos escuchen y nos entiendan, porque mucha gente como mi mamá no entiende bien el castellano”, cuenta Yovana. “Estamos muy felices de poder transmitir nuestra cultura y nuestras tradiciones”.

En Ayuda en Acción trabajamos para fortalecer capacidades y competencias de las personas en zonas de situación vulnerable, para que ellas puedan identificar problemas y resolverlos de acuerdo a las estrategias o coyunturas que puedan encontrar en su entorno”, explica William Campbell, Director de Ayuda en Acción Perú. En esa labor, las niñas son las que requieren de una mayor atención. “Ellas son las más vulnerables”, recuerda Romana. “Si una mujer va a una asamblea comunitaria no tiene voz ni voto. Es algo que también intentamos trabajar con los hombres, de cara a que ellas puedan obtener una independencia económica”.