Cómo reducir la huella de carbono a través del proceso de diseño
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Una semana sin gastar...
No es que yo sea de la cofradía del puño cerrado, pero hoy en día, tal como están los precios, la idea de no comprar nada nuevo, planteamiento de este reportaje, se me antoja deliciosamente sugerente. Claro que no es esa la finalidad del reto, sino tan solo un beneficio colateral. El objetivo es suplir cada cosa nueva que necesite por un artículo que ya posea y esté en disposición (porque ya lo ha dado todo) de ser reutilizado; y esto, ¿para qué? A grandes rasgos, para evitar contaminar más aún el planeta. Se trata, en definitiva, de cambiar lo que se conoce como “economía lineal” (la de toda la vida) por prácticas de “economía circular”, la cual reduce los residuos que la Unión Europea genera en cantidad de 2.200 millones de toneladas al año; más de una cuarta parte son residuos cotidianos producidos principalmente por los hogares.
Y un detalle a tener en cuenta: en caso de que se pueda reutilizar los artículos que compramos la vida útil de estos es mayor y, por tanto, no es necesario producir componentes que se convierten en residuos. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, los procesos industriales y el uso de productos son responsables del 9,1% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE, mientras que la gestión de residuos representa el 3,32%. La cuestión es si, a pesar del halagüeño reclamo, seré capaz de reciclar algo de lo que me rodea, pues no soy nada manitas; la última vez que confeccioné un objeto con mis manos fue en 1998, tras ver un capítulo de Art attack. Pero con mi excelente disposición y un poco de información recabada aquí y allá intentaré conseguirlo.
Lunes: en la mesa
Desde aquí proclamo que en lo que a combatir el despilfarro de comida se refiere, no hay quien me gane: con lo que mis hijas se dejan en las cenas como yo tres días. Pero ¿puedo alimentarnos a todos con lo que los supermercados están a punto de tirar? Por un momento me visualizo merodeando de noche detrás del súper, silbando con disimulo y golpeteando jovialmente los contenedores… Descarto la idea, y pienso en esas aplicaciones que venden lo que los colmados desechan; están bien, pero te hacen un paquetito con lo que quieren, y llámame raro, pero me gusta elegir lo que entra en mi boca. Opto por comprar lo estrictamente necesario, para que no sobre, y conservando adecuadamente. Y si sobra algo, lo reelaboro en otra receta. Si todos lo hiciéramos, reduciríamos los 1.245,88 millones de kilos de comida que los españoles desperdiciamos cada año.
Martes: accesorios
Estoy determinado a poner orden en el baño y reunir todos los botes, frascos, dentífricos, cuchillas de afeitar y productos de higiene íntima de mis hijas que andan desperdigados por la encimera, en un precioso cesto. Mi primer impulso es acudir a un bazar, donde seguro lo encontraré, pero rápidamente me acuerdo de mi misión, y me propongo conseguirlo gratis. En ReMad (una web del Ayuntamiento de Madrid; el servicio lo ofrecen otros municipios del país) puedes dar una segunda vida a artículos que otros usaron antes y que, tras registrarlos en ese portal, entregan en un punto limpio. Rastreo la web y veo un par de cestitos monísimos. Para hacerme con ellos, primero tengo que dejar yo algo en el punto limpio, por lo que me darán unos puntos que luego canjearé por las cestas. Dicho y hecho. Ahora mis hijas no podrán objetar que no se lavan los dientes porque no encuentran sus cepillos.
Reutiliza
Convierte las velas en vasos o los cepillos de dientes en una eficaz escobilla para limpiar calzado.
Intercambia
Existen plataformas donde entregar o conseguir enseres usados para que puedan tener una segunda vida.
Comida
Elabora nuevos platos con las sobras. Planifica la compra, adquiere solo lo necesario y conserva correctamente los alimentos.
Una de las iniciativas más interesantes de Naturgy en cuanto a economía circular es el proyecto Paja de Arroz, que impulsa la producción de 87 GWh al año de gas renovable (lo que equivale a más del 15 % del consumo de gas natural de Valencia) a partir de la paja del arroz. Se trata de un residuo difícil de gestionar, porque se genera en grandes cantidades en un periodo de tiempo muy corto, y además en zonas de alto valor ecológico, como la Albufera de Valencia; tradicionalmente, se destruía mediante su quema, con las emisiones contaminantes y los daños medioambientales que eso conlleva. Ahora, gracias a una tecnología denominada digestión anaerobia, la paja del arroz puede convertirse en biogás, un gas renovable al que pueden darse los mismos usos que el gas natural, o transformarse en fertilizante.
Miércoles: ¿manualidades?
Me siento abrumado, confuso, perdido. Localizo un montón de webs muy cuquis sobre cómo reciclar objetos caseros, pero no le encuentro sentido a dedicar tres horas al día a confeccionar collages con tapones de corcho, cuadros con cartones de papel higiénico o macetas con botellas de plástico. Esto no está pagado; literalmente. De hecho, científicos daneses han calculado cuánto cuestan las labores de economía circular en el ámbito doméstico y aseguran que entre 2,8 y 6,3 euros la hora (no es broma; aquí la prueba). Sinceramente, prefiero pasar mi escaso tiempo libre jugando al Cluedo con mis hijas, que es más divertido y sale gratis. Confieso que he creado unos tiestos con trozos de envases de plástico, pero no queda bonito. Los sobrantes, al contenedor amarillo que van.
Jueves: haciendo compost
Tengo la suerte de contar con un pequeño jardín en casa, con alguna que otra planta. Y con una caja de madera que su día compré para algo y que no uso. Por añadidura, y aunque, como digo, no suele sobrar comida en casa, a veces restos de fruta, cáscaras de huevo y otros desperdicios van a parar a la basura. Combinando los tres elementos me doy cuenta de que puedo convertir la caja en una compostera y diseminar en ella estos remanentes alimenticios —así como fragmentos de poda— para, más adelante, sobre una base de tierra, aplicar la mezcla como abono para mis plantas. ¡Esto marcha!
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Viernes: arreglos textiles
Las biblias del reciclaje también invitan a reparar las cosas antes que tirarlas. Debí faltar a clase cuando impartían corte y confección, soldadura y carpintería, porque son disciplinas que escapan a mi conocimiento. Me habría encantado poder arreglar unos vaqueros que se me han roto por las rodillas, pues son cómodos y no me sientan mal, pero sencillamente ¡no sé hacerlo! ¿Cuenta cómo alargar la vida útil de un objeto el llevarlo a una tienda de esas donde hacen arreglos textiles? Me respondo a mí mismo que sí. ¿Acaso no se trata de no comprar nada, sino de reutilizar? La reparación me cuesta doce euros, que no van destinados, por tanto, a la adquisición de unos vaqueros nuevos, lo que certifica que, al menos en este punto, me he ceñido a las directrices del reto.
Sábado: vasos nuevos
El otro día, mientras recogía la cena, resbalé con el libro de matemáticas de una de mis hijas, el cual por alguna extraña razón estaba en el suelo; se me cayó la bandeja y se me rompieron tres vasos. Con las mates siempre patiné. El caso es que, por otro lado, tengo varias velas de las que vienen en vasito de vidrio, tan megachulis que da pena tirarlas al contenedor junto con la botella de Castillo de Gredos. Sospechando que podrían reconvertirse en vasos tan solo quitando la cera incrustada al fondo y la mecha, descubro en un tutorial de YouTube que tal operación es posible y facilísima: solo hay que verter un chorrito de jabón lavaplatos y un dedo de agua, y dejar que repose una noche. Por la mañana, haciendo palanca con un cuchillo, el mazacote se va sin esfuerzo. ¡Qué maravilla! Tengo vasos nuevos sin gastarme un duro.
Domingo: nuevas funciones
El año pasado me compré unas zapatillas blancas, de piel, que me chiflan pero que apenas me pongo por temor a ensuciarlas. Pero a coherencia no me gana nadie. Inevitablemente, tras unas pocas ocasiones especiales en que las he sacado a pasear, el borde de la suela ha adoptado unas tonalidades grises muy desagradables a la vista. Y como así no me gustan, me las pongo menos todavía. Casualmente busco en Internet la manera de dejarlas impolutas, y hallo que elaborando una mezcla de bicarbonato y detergente, y frotándola a continuación con un cepillo de dientes, la suciedad sale que da gusto. Precisamente en estos días estaba pensando en cambiar de cepillo de dientes; así que lo relevo de sus funciones y lo uso para adecentar las zapas. Tendré que comprar un cepillo nuevo, porque con el viejo, una vez empleado para tal fin, me da cosa restregarme la lengua.
Conclusión
En verdad no estaba muy seguro de que pudiera salir triunfante de este desafío, pues entre mis muchas virtudes no está la de saber hacer cosas con mis manos; pero tras esta semana de prueba, creo que puedo vivir gastando en productos nuevos lo menos posible y generando una menor cantidad de desperdicios. Solo hay que planificar bien la compra y aprovechar las sobras de comida, encontrar un modo original de dar una segunda oportunidad a enseres que agotaron su vida útil y recurrir a plataformas que hacen fácil el intercambio de objetos usados entre particulares. No todo se puede reutilizar, es obvio; para todo lo demás, ahí están esos magníficos contenedores de colores esperándonos.
MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO Conclusiones
Alianza para la #BuenaHuella
nuestro compromiso en reducir la huella de carbono
Vocento, grupo líder de comunicación en España, y Naturgy, compañía líder en el sector energético, se han unido en un ambicioso proyecto de “branded content” con un propósito común: reducir la huella de carbono. Esta colaboración estratégica surge de la convergencia de valores compartidos y un compromiso mutuo con la sostenibilidad ambiental.
“Nunca pensé que mandar mail podría ser contaminante”
J.M SANCHEZ DAZE
Juntos, buscan no solo informar y concienciar a la audiencia sobre la importancia de reducir el impacto medioambiental de nuestras actividades diarias, sino también inspirar acciones tangibles, ofreciendo contenido de calidad que motive e impulse un cambio significativo hacia un futuro más verde y sostenible.