Cómo reducir la huella de carbono a través del proceso de diseño
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Una semana sin plástico ni papel
Ni plástico ni papel. ¿Son las bolsas el problema?
Ambos materiales suponen una seria amenaza para el medio ambiente. Y aunque de entrada pueda parecerlo, su presencia no se limita a las demonizadas bolsas. En cualquier hogar hay productos de plástico o papel por todas partes. ¿Se puede vivir sin ellos?
Creo que no hace falta explicar por qué conviene extirpar de nuestras vidas los plásticos. Pero por si acaso: según Naciones Unidas, la contaminación por plástico pasó de dos millones de toneladas en 1950 a 348 millones en 2017; se espera que de aquí a 2040 se duplique su cantidad. Tal acumulación es nefasta para el planeta. Cada año llegan a los océanos unos 11 millones de toneladas de residuos plásticos, lo que causa daño a más de 880 especies marinas y costeras. La producción, el uso y la eliminación de plásticos generan gases de efecto invernadero. La exposición a este material puede afectar a la fertilidad y las actividades hormonales, metabólicas y neurológicas. Vamos, que si fueran radioactivas no serían mucho peores.
Estarás pensando: vale, pero las bolsas de plástico han empezado a sustituirse por las de papel. Cierto, aunque según la Agencia Medioambiental del Reino Unido, habría que usar cada bolsa de papel tres veces para que su impacto fuera menor que el de una de plástico de un solo uso. Los cerebritos de Stanford afirman que fabricar una bolsa de papel requiere cuatro veces más agua que una de plástico. Y de acuerdo con un estudio de 2015, “las bolsas de plástico son un poco mejores en términos de impacto ambiental en comparación con las bolsas de papel”. A pesar de todo, cuando acepto el encargo de tratar de sobrevivir una semana sin plásticos ni papel, lo hago alegremente, pues entiendo (erróneamente) que su utilización se reduce a las malditas bolsas. Pero cuando llego a casa y someto cada estancia a una intensa inspección ocular en busca de cosas de plástico que debo reemplazar, dudo de si seré capaz. Veamos cómo me ha ido.
Día 1: En el supermercado (parte I)
Todos los documentos que examino sobre las bolsas de plástico subrayan que son innecesarias y difíciles de reciclar. Un artículo de la Universidad de Colorado termina de amargarme el día: asegura que se usan una media de 12 minutos y, sin embargo, tardan 1.000 años en descomponerse. Tan descompensado como curar un resfriado con una operación a corazón abierto. Por suerte, dispongo de una bolsa de rafia que considero una de mis mejores adquisiciones. De modo que, en la caja del súper, introduzco en ella la compra y asunto terminado. Ah, y para coger los tomates he utilizado, en vez de una de esas bolsitas que no hay quien las abra, una de tela que el propio establecimiento proporciona. Respiro satisfecho, aunque soy consciente de que de todo el reto, esta era la parte fácil.
Día 2: En el supermercado (parte II)
Disculpe el lector que yo no sea perfecto y tenga que volver al supermercado porque el día anterior se me había olvidado comprar pechugas de pollo. En la sección refrigerada se presentan ya cortadas y envasadas en una bandeja de poliestireno expandido recubierta de papel film. ¿Es plástico el papel film? Yes: se compone de polietileno y polopropileno, dos plásticos. ¿Y la base de poliestireno? Otro plástico. Me dirijo al mostrador de pollería, donde te las preparan y envuelven después en… el clásico papel parafinado, que no me sirve. ¡Tremendo dilema! ¿Cómo llevarme a casa medio kilo de pollo? Descubro en la sección de menaje unos estupendos táper de cristal; cojo uno y lo llevo al pollero para que deposite ahí mi aviario botín. A la salida improviso unos pasos de claqué.
En el supermercado
Introduce los productos en bolsas de tela o rafia y evita los alimentos envasados.
Usa recipientes de cristal
Para depositar ahí los filetes e incluso los copos de jabón a granel que se venden sin envase.
Organiza las compras
Descarta las bolsas de papel de las tiendas de ropa y procura reducir los pedidos ‘on line’.
Posiblemente lo opuesto a este mundo de plásticos en el que estamos inmersos son los entornos naturales. Naturgy ha liderado innumerables medidas para concienciar sobre el cuidado de la naturaleza: solo en 2022 llevó a cabo 345 iniciativas en materia de biodiversidad. En verano de 2023 llegó a un acuerdo con la Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad (FIEB) para reforzar la recuperación de fauna salvaje en Castilla-La Mancha. Un centro situado en la comarca de La Sagra (Toledo) —zona rica en rapaces, erizos, mustélidos o galápagos—, acogerá animales en peligro y les prestará los primeros auxilios necesarios que garanticen su supervivencia. Nada más ponerse en marcha, el centro salvó la vida de un camaleón y una tortuga.
Día 3: La tienda de ropa
No había pasado tanta vergüenza desde que hace unos años fui a un tanatorio, repartí abrazos, besos y pésames a mansalva y luego descubrí que me había metido en la sala equivocada. Ya decía yo que no conocía a nadie. Pues bien, esta tarde he ido a comprar un jersey para un regalo de cumpleaños y, tras pagar en caja, he rechazado la bolsa de papel y me he dirigido a la salida. Pero a medida que me acercaba al vigilante de seguridad, me ha parecido que la imagen de la prenda en mano podía ser interpretada como un flagrante caso de hurto. Me he puesto de todos los colores, y entre ridículos temblores le he mostrado el resguado de la bonoloto, que es lo primero que ha salido del bolsillo. Bochornoso espectáculo. Todo sea por salvar los bosques.
Día 4: El detergente
Que me aspen (siempre he querido decir eso) si antaño los detergentes no venían en cajas de cartón. Sin que nos diéramos cuenta, en algún momento nos dieron el cambiazo. Y ocurre que, de todo el plástico que se fabrica en Europa, el 39,9% se destina a envases. Tengo que poner una lavadora, así que, tras informarme al respecto, me percato de que en este caso hay que currárselo un poco más. Lo bueno es que existen tiendas donde venden detergente a granel; lo malo, que si no tienes una cerca de casa, has de coger el coche, y es peor el remedio que la enfermedad. En Internet descubro una en mi barrio; llevo mi táper de cristal (espléndida inversión) y pido que lo llenen de jabón de Marsella en copos. Supongo que tras fregarlo desaparecerá todo resto de jabón, porque no amo tanto el planeta como para dar la vida por él.
Día 5: Aseo personal
Puede decirse sin faltar a la verdad que la mayoría de objetos de plástico de una vivienda se hallan en la cocina y el baño. Ha sido abrir el armarito del aseo y experimentar palpitaciones y sudoración extrema: el envase del desodorante es de plástico, el cepillo de dientes, el bote de gel, el de champú… Y eso es lo que se ve. Según Naciones Unidas, hay polímeros plásticos en la composición de desodorantes, champús, acondicionadores, lápiz de labios, cremas de afeitar, rímel… A veces hasta en un 90%. Regreso a la tiendita de ayer y me surto de desodorante natural en barra, pastillas de jabón, bastoncillos de madera para los oídos y un champú graciosísimo, pues es como una pelota. La dependienta me hace la ola cuando me voy.
Día 6: Papel en el baño
¿El papel higiénico se puede reciclar? Es una pregunta seria. La respuesta es no. El caso es que esta semana no debería usarlo. Por lo visto, es altamente contaminante: según la Fundación Aquae, “requiere una gran cantidad de cloro para blanquearse, y su fabricación y transporte implican un alto nivel de emisiones de CO2”. Por no hablar de la bolsa de plástico en que se vende. Busco alternativas y no me convencen. Hablan de pasar directamente al bidé, de frotarse con una esponja, con papel de periódico, con una camiseta vieja e incluso emplear una cuchara filipina cuyo mecanismo prefiero no conocer. Puedo conseguir papel ecológico o reciclado, pero la denominación se refiere a su producción y no deja de ser papel. En este punto, lo siento, pero debo ser honesto y me declaro incapaz de renunciar al método tradicional.
Día 7
Termino la semana con otra crítica tesitura: me disponía a realizar una compra por Internet, como el 63% de los españoles, cuando me he acordado de la ingente cantidad de cartón (pasta de papel) que utilizan estas empresas para enviar los pedidos. En Estados Unidos la principal cadena online ya da a elegir a los clientes si quieren caja o no, pero a Europa aún no ha llegado la iniciativa. Sopeso que no sería tan grave si hago el pedido y luego reutilizo la caja para enviar algún artículo de los que vendo en Wallapop o simplemente la deposito en el contenedor indicado. Pero me he comprometido a ahorrarme todo el papel y el plástico posible, así que buscaré en alguna tienda cercana el artículo que necesito. Es decir, sacrificaré la comodidad por la ecología.
Conclusión
¿Realmente se puede vivir sin plásticos ni papel? Responder categóricamente a esa pregunta quizá resulte algo atrevido. Si bien es factible impedir la entrada en casa de muchos artículos envasados en estos materiales, alguno que otro puede que se cuele. Lo más importante, supongo, es normalizar algunas costumbres, como evitar las bolsas que nos dan en las tiendas y buscar alternativas (que existen) a artículos de limpieza y aseo envasados en plástico.
MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO Conclusiones
Alianza para la #BuenaHuella
nuestro compromiso en reducir la huella de carbono
Vocento, grupo líder de comunicación en España, y Naturgy, compañía líder en el sector energético, se han unido en un ambicioso proyecto de “branded content” con un propósito común: reducir la huella de carbono. Esta colaboración estratégica surge de la convergencia de valores compartidos y un compromiso mutuo con la sostenibilidad ambiental.
“Nunca pensé que mandar mail podría ser contaminante”
J.M SANCHEZ DAZE
Juntos, buscan no solo informar y concienciar a la audiencia sobre la importancia de reducir el impacto medioambiental de nuestras actividades diarias, sino también inspirar acciones tangibles, ofreciendo contenido de calidad que motive e impulse un cambio significativo hacia un futuro más verde y sostenible.