¿Qué pasaría si una crisis obligará a cerrar las fronteras? La respuesta podría estar en la acuicultura
La puesta en marcha de medidas enfocadas a la soberanía alimentaria podría minimizar los efectos de una crisis internacional sobre nuestro sustento
Cada día la realidad nos proporciona más y más argumentos para defender la necesidad del autoabastecimiento de los países, ya sea energético o alimentario. Y es que, el cierre de fronteras que vivimos durante la pandemia o la escalada de precios de la luz y el gas, que todavía estamos sufriendo, han puesto de relieve, algo que ya sabíamos, pero que no éramos conscientes en su justa medida. Nos referimos a la necesidad de ser autosuficientes como país, en concreto, en lo concerniente a la soberanía alimentaria, es decir, a la disponibilidad de comida producida en España.
Estamos aprendiendo que reducir la dependencia con terceros países puede ayudarnos a controlar el aprovisionamiento, y lo que es más importante, los precios de los alimentos. En este sentido, hoy por hoy, la realidad es que, si queremos dar respuesta a nuestra demanda de productos esenciales para la vida, y en concreto, por ejemplo, de pescado, todavía necesitamos importar una gran cantidad de lo que vamos a consumir. Y una buena parte de este pescado importado vendrá de fuera de la Unión Europea.
Además, teniendo en cuenta, que cuanto antes se dirijan los esfuerzos hacia la soberanía alimentaria, mucho mejor.
Consumimos más de lo que producimos
Con este telón de fondo, en el que la interdependencia entre países se erige como pieza clave, cobra especial urgencia la puesta en marcha de medidas enfocadas a la autonomía alimentaria. Una de ellas, sin duda, es la acuicultura. Una actividad productiva que podría colocarnos, poco a poco, en una nueva posición mucho más estable y segura que la actual. Y es que, aunque es cierto que la producción acuícola no sería suficiente para alcanzar la soberanía alimentaria, sin duda, también lo es que puede considerarse una parte importante de la solución. Y es que, sin la acuicultura difícilmente se podrá satisfacer la creciente demanda de alimentos acuáticos que sigue el consumo mundial, el cual, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se ha incrementado notablemente en los últimos años y su ritmo de incremento medio anual ha sido del 3,5% desde 1961, previendo alcanzar un consumo per cápita de 21,4 kg en 2030.
¿Por qué la acuicultura nos acerca a la soberanía alimentaria?
Actualmente, el escenario en el que nos movemos es el de un país en el que se consume mucho más pescado del que se pesca o cultiva, lo que nos lleva a la necesidad de recurrir a la importación para satisfacer la demanda. Por otro lado, para poder cubrir la necesidad cada vez mayor de proteínas, sin aumentar las importaciones, o incluso, reduciéndolas, es necesario obtener en España el alimento acuático que necesitamos, lo que nos conduce directamente hacia la acuicultura.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que, a día de hoy, esta actividad de cultivo se encuentra en crecimiento en nuestro país, y aún podrá aportarnos mucho más pescado fresco y sabroso en el futuro. Pero requiere del apoyo de la sociedad para seguir avanzando. En cualquier caso, la calidad de la acuicultura española es reconocida mundialmente, referente de sostenibilidad, pionera en el desarrollo científico y líder de la Unión Europea por volumen de cosecha.
En 2021, según datos de APROMAR (Asociación Empresarial de Acuicultura de España), las cifras de producción de la acuicultura española fueron de 327.309 toneladas y su valor en primera venta alcanzó los 629 millones de euros.
Por otro lado, la acuicultura española en particular, y la europea en general, garantizan unos estándares muy elevados de calidad, seguridad, frescura, bienestar de los peces y cuidado del medioambiente, algo que no siempre vamos a encontrar en el pescado importado de terceros países.
Procedencia y calidad
Comprar un pescado cultivado en España no solo garantiza sabor, frescura y calidad, también contribuye a mejorar las economías de las zonas rurales y litorales dónde se cultiva. En España, gracias a nuestra gran riqueza marítima y fluvial, la acuicultura puede proporcionar empleo y un nuevo impulso económico a muchas zonas en riesgo de despoblación.
De hecho,si quieres saber si estás comprando un pescado fresco, sabroso y sostenible, en definitiva, un producto de calidad, solo tienes que mirar en la pescadería su procedencia, que debe aparecer obligatoriamente en el etiquetado.
Contribuir al desarrollo y consolidación de la acuicultura española significa, en última instancia, un paso más hacia la soberanía alimentaria. El simple gesto de comprobar el origen de la trucha, la lubina o el rodaballo que estamos comprando, es la manera más eficaz de saber si estamos adquiriendo un buen producto. Un gesto sencillo que nos permite, a la vez, asegurar un pescado de gran calidad en la mesa de hoy, y muchos más en las mesas del futuro.