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Transición energética

El factor humano

Las historias de Miquel, Marc, Víctor, Elicio, Manuel y su padre, Paco, Javi y Sonia forman parte del cambio en el modelo energético

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REPORTAJE

Laura Fortuño

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Cualquier transformación profunda en una sociedad empieza y acaba en el mismo punto, en las personas. El factor humano es el denominador común presente en todos los cambios de calado, en todos esos saltos de trampolín que encierra la ruta hacia el progreso. Porque, cuando rascas en el nombre de una organización, de una empresa; cuando buscas bajo el paraguas de una marca; eso es lo que te encuentras: con sus aciertos y errores, a hombres y mujeres dispuestos a avanzar. Y la transición energética no es una excepción. Desde la planificación de la sustitución de la generación mediante combustibles fósiles por los nuevos proyectos renovables, hasta el operario encargado de desacoplar de la red por última vez una central térmica de carbón o de conectar un parque eólico de último diseño. 

Además, en compañías de sectores estratégicos como el de la energía, fundamentales para que la rueda de la economía continúe girando, las historias personales se llegan a elevar a la categoría de familiares, porque varias generaciones deciden vivir estas transformaciones en primera línea. Sonia, Javi, Paco, Manuel, Elicio, Víctor, Miquel y Marc son algunos de esos nombres que explican mejor que ningún documento cómo ha cambiado el sector energético en España. Ellos son los notarios de lo que se hacía antes y de lo que se pretende hacer ahora, de las sensibilidades de antaño y de los nuevos modelos más respetuosos con el entorno natural. En cierto modo, en esta continuidad más allá del ADN hay un legado: el de un puesto de trabajo, el de un encaje en una empresa como Endesa y su contribución ayer, hoy y mañana al progreso económico y social.

Francisco Javier Bielsa, el padre de Sonia, a quien sus amigos y familiares conocen como Javi, trabajó como subjefe de turno en la central térmica de Andorra (Teruel).

Sonia Bielsa representa a la cuarta generación de su familia en el sector energético y es la primera que ha dado el salto a las renovables como Operación y Mantenimiento en los nuevos parques eólicos en esa zona de Aragón.

Francisco Bielsa, el abuelo de Sonia, continuó el camino profesional que había iniciado su padre en las minas de carbón que alimentaban a las entonces pujantes centrales térmicas de Aragón.

La primera vez que Sonia Bielsa visitó la central térmica de Andorra, Teruel, era aún una niña. Se sumergió por sus entrañas y cuando entró en la sala de control se quedó impactada. Estaba repleta de luces, interruptores y diferentes dispositivos. Desde aquel momento quiso dedicarse a lo que se dedicaba su padre, Francisco Javier Bielsa (Javi).

Sonia, que ahora es supervisora de mantenimiento de parques eólicos, representa a la cuarta generación de su familia que trabaja en Endesa. Su bisabuelo empezó en las minas de carbón, su abuelo Paco siguió el camino que continuó su propio padre, y ella es la primera que ha dado el salto a las renovables. Estudió en Zaragoza Ingeniería Técnica en Diseño Industrial y el primer año de carrera ya hizo prácticas en la oficina técnica de la central térmica del pueblo en el que se crió y en el que sigue viviendo.

Después sería subjefe de turno (el mismo puesto que ocupó su padre) en el departamento de operación, desde donde se llevaba la supervisión y el control de toda la instalación. “En julio de 2019 -explica- mi vida cambia”. La central de carbón echa el cierre, pero a ella, como a otros muchos compañeros, se le abre una nueva oportunidad laboral: “Tengo la suerte de entrar a trabajar como supervisora de Operación y Mantenimiento en los nuevos parques eólicos”. Su trabajo ahora es más dinámico, más kilómetros en la carretera y más contacto con la naturaleza, justo lo que pretende preservar esta nueva forma de producir energía eléctrica. “Mi hijo me llama molinera”, comenta con orgullo.

Manuel Ortiz padre llegó a Andorra con siete años desde Priego de Córdoba y acabó trabajando 32 en la mina de la localidad.

El padre de Manuel Ortiz llegó a Andorra cuando tenía siete años y acabó trabajando 32 años en la mina. El abuelo de Manuel dejó Priego de Córdoba para participar en la construcción de la vía del ferrocarril que unía la cuenca minera con Escatrón (Zaragoza), donde se ubicaba la central térmica de referencia en la zona hasta que se construyó la de Andorra. Después de formarse y comenzar su carrera profesional en una compañía auxiliar, Manuel acabó en la central de Andorra. Con el cierre de la instalación, también ha pasado a participar en el impulso de proyectos renovables en ese mismo entorno como la construcción del parque fotovoltaico de Sedéis V que se alza en el antiguo parque de carbones de la central térmica de Litoral, una muestra más de esa transición energética, donde había carbón, ahora hay placas solares.

En la otra esquina de la Península Ibérica, en As Pontes (A Coruña), a 900 kilómetros y nueve horas de viaje por carretera desde Andorra, Víctor Gómez ha trabajado estos años en el interior de la central térmica de carbón que su padre ayudó a levantar en la década de los 70. Originario de Silván, en León, Elicio se desplazó hasta Galicia para participar en la construcción, a través de una empresa contratista, de uno de los emblemas de la producción de energía a nivel nacional, ahora ya en proceso de cierre. Más tarde, ingresó en Endesa para trabajar en la que fue la mayor mina de carbón a cielo abierto de España, que culminó en un impresionante proyecto de restauración ambiental que incluye la creación de un lago artificial en el que cabe la ciudad de la Coruña. Donde antes se extraía carbón, ahora corren animales en libertad que beben del lago que ha conseguido bandera azul al mismo tiempo que es un emblema para la zona.

Manuel Ortiz hijo ha trabajado en la central térmica de Andorra hasta sus últimos días de operación y ahora ayuda a impulsar los parques solares que Endesa promueve en la zona como el de Sedéis V.

Elicio Gómez, originario de Silván, en León, participó en la construcción de la central térmica de As Pontes (A Coruña) y se acabó jubilando en la mina de la villa, donde ejercía como eléctrico en la excavadora número 14.

En la central hidroeléctrica de Camarasa, en el pirineo catalán, su responsable, Marc Miret Olives, también ha recogido el testigo de su padre, abuelo y bisabuelo. Miquel, su padre, fue quien lo animó a que probase en la compañía eléctrica después de estar varios años ejerciendo como ingeniero de telecomunicaciones. Y ahora dirige una instalación ideada para alimentar el cordón industrial de Barcelona, para respaldar la explosión económica de uno de los grandes pulmones empresariales del país. “La central siempre ha estado presente en mi vida. Desde pequeñito recuerdo a mi padre descolgando el teléfono cuando lo llamaban porque había alguna incidencia y la central ahora se ha convertido en una oportunidad para volver a mi lugar de origen, para volver a casa”, comenta mientras charla con Miquel sobre el papel que ha adquirido la energía hidroeléctrica como respaldo a las renovables no gestionables. 

Víctor Gómez ha trabajado los últimos años en la central de As Pontes que su padre ayudó a levantar.

Miquel, Marc, Víctor, Elicio, Manuel y su padre, Paco, Javi y Sonia. Ellos representan a los verdaderos protagonistas de la transición energética, a las personas que hay detrás de la terminología, al factor humano que protagoniza estos cambios, los ejecuta y los vive. 

El legado que seremos es un reflejo de la transición energética justa en España a través de sus protagonistas.

 

Se trata de un proyecto patrocinado por Endesa creado e impulsado por el fotógrafo documental Álvaro Ybarra Zavala. Álvaro está siendo testigo de nuestro proceso de cambio, contando a través de sus fotografías las historias de las personas verdaderas protagonistas de este cambio.

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