La universidad del futuro: forjando líderes para transformar el mundo
La Universidad Francisco de Vitoria se erige como referente en la formación de líderes íntegros y preparados para los retos del mañana
La posibilidad de erigirse como guía para encaminar a la sociedad hacia un estadio superior sólo está al alcance de algunas personas escogidas y muy especialmente preparadas. Porque la pasta de la que se hace un líder es una mezcla bien amasada de algunos ingredientes importantes dispensados en la cantidad precisa. Como explica el empresario y conferenciante John C. Maxwell, “algunos líderes tienen éxito momentáneamente por lo que saben; otros triunfan un tiempo por lo que saben hacer, pero sólo unos pocos disfrutan de un éxito permanente por lo que realmente son”.
La receta para personificar el progreso y afrontar los retos del futuro comienza por ubicar un objetivo claro y caminar hacia él sujetando cada paso en un sólido pilar ético, que es el sustento de un intelecto elevado. Formar este tipo de personalidades es una tarea que comienza en la juventud y que se encomienda al ámbito universitario.
Sin embargo, en torno a la mitad de la población cuenta con estudios superiores terminados, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y desde hace años este porcentaje crece gradualmente. Por eso, escoger la universidad adecuada supone un punto a favor del éxito futuro.
Una enseñanza exclusivamente academicista no sirve ya para motivar ni para formar a personas íntegras y completas que afronten su vida personal y profesional desde esa fortaleza que integra lo moral y lo intelectual. Es necesario reflexionar sobre los componentes de una formación de calidad superior.
Una estructura y un guía
Por supuesto, la base de la educación de alto nivel es un riguroso sistema de planes de estudio. Planes que aportan conocimientos exhaustivos y que promueven la habilidad práctica sobre tecnología de vanguardia. Pero planes que no olvidan que la clave es la reflexión y la visión que aporta la integración de todos esos conocimientos en una estructura moral individual orientada hacia el bien colectivo.
Pero esos planes no son suficientes sin una cultura de acompañamiento personalizada. Porque el conocimiento etéreo no aporta valor ni para el individuo aislado, ni para la sociedad en su conjunto. Encontrar objetivos personales, crecer interiormente e ir trazando un camino propio sobre el que asentar los conocimientos, orientándolos, es el sentido último de la educación de alto nivel que el mundo necesita.
Según el último informe del Ministerio de Universidades, el 33,2% de los alumnos que empiezan una carrera terminan por abandonarla. Lo mismo ocurre con el 17,3% de los masters.
Integrarse en la sociedad
Ubicarse en los estudios adecuados es un punto a favor, pero de nada sirve si el alumno permanece ajeno a la realidad social. La vida universitaria debe suponer un salto del yo al nosotros, un nacimiento del sentido de comunidad, si es que aún no se posee. Una medida idónea para sembrar esa semilla es la inclusión en los planes de estudio de un programa de acción social donde los estudiantes experimentan el desafío de trabajar con personas que viven situaciones de vulnerabilidad, y crecen por la experiencia del servicio.
La voluntad de servicio se entrena aquí en una serie de acciones de ayuda hacia los colectivos más vulnerables, acercando la intimidad personal a la realidad social. Una forma de crecer personalmente es entender la necesidad ajena, trabajar individualmente por la verdad y la justicia social, amplificando al máximo la plenitud humana en su dimensión, también, colectiva.
Cultura sin barreras
El encuentro con el otro enriquece el camino, mientras asienta los valores de fraternidad y solidaridad, fraguando lentamente una visión social sólida en la que basar la acción, que sería imposible lograr de otra manera.
La llave final para el amor por el conocimiento es la apertura de la razón: acercarse a la diversidad y nutrirse de ella. La interacción con un mundo cambiante, variado y complejo requiere una estructura mental sólida y una empatía potente.
Progresar es avanzar hacia esa mejora colectiva con todas las herramientas de cada paradigma social y cultural. Transformar el mundo para mejorarlo es el objetivo ineludible de estos líderes formados para triunfar.
Entender y actuar
Para que esta experiencia universitaria con impacto personal, social y cultural tenga lugar, la Universidad Francisco de Vitoria ofrece un modelo formativo innovador, que llama ‘formar para transformar’, que condensa la singularidad de la UFV como centro educativo.
A lo largo de su carrera universitaria los alumnos van viviendo experiencias más allá de lo que acontece en el aula. La formación que ofrece la Universidad Francisco de Vitoria es integral por lo que no solo se centra en contenidos técnicos o estrictamente académicos. Además de las asignaturas propias de la ciencia que cada alumno estudia, que le preparan para ser un excelente profesional, y de la formación que le aportan juicio crítico y apertura al mundo y la realidad, el alumno es acompañado a lo largo de toda su carrera para que pueda preguntarse por la experiencia que está viviendo de forma personalísima y vaya tomando decisiones coherentes y de sentido en su vida.
Así, en los últimos años de carrera a través del programa Protagoniza tu Futuro, se acompaña al alumno en la pregunta por el profesional que está llamado a ser y se le ayuda a tomar decisiones en este ámbito. “Este programa combina experiencias de aula que generan contextos que interpelan a los alumnos, que luego trabajan individualmente con sesiones individuales en las que un mentor los acompaña con la misión de que cada alumno se re ilusione con la persona que es y descubra que está llamado a contribuir desde su trabajo”, explica Marta Montojo, directora de Carreras Profesionales de la UFV.
Más allá de Protagoniza tu Futuro el alumno cuenta con un servicio de Orientación profesional personalizado desde el que se le ayudará a desvelar esos lugares que mejor le permitirán desplegar todas las fortalezas que ha descubierto que tiene, prepararle para afrontar con éxito su incorporación al mercado y abrirle puertas para que contribuyan significativamente a la sociedad.
Así entiende desde hace 30 años la UFV la educación superior. Para que esa revolución ocurra, el privilegio de ir a la universidad es un momento clave. Porque en la universidad se aprende y también se crece. En la universidad debe haber conocimiento para resolver las preguntas técnicas y valentía para resolver las preguntas humanas.
Por eso, la UFV forma a sus estudiantes para que estén listos para cumplir una formidable tarea: ser líderes capaces de transformar un mundo exterior voluble, porque su paso por sus aulas cimentó en ellos un mundo interior sólido y resiliente. Ser los líderes de la revolución humana.