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Enrique Castro Quini

el goleador que marcó una época en LALIGA y cuyos valores jamás serán olvidados

Enrique González Castro, Quini, uno de los jugadores más grandes de la historia de LALIGA, es uno de los mejores representantes de los valores de la competición, tras una vida en la que pasó de jugar en Tercera División a convertirse en una leyenda para el Real Sporting

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Pocos contextos en la vida permiten trascender a la posteridad tanto como el fútbol. El deporte rey convierte a hombres y mujeres en auténticas leyendas. Pasan de ser simples deportistas a ser recordados como mitos por los aficionados, que basan su admiración en todo lo demostrado tanto dentro como fuera del terreno de juego. No hay hinchada que no guarde para siempre en su memoria nombres que marcaron una etapa importante en sus clubes.

Tanto es así, que hay lugares donde no es preciso ni preguntar a los aficionados quién fue el futbolista que dejó una huella imborrable en su club. Lugares como Gijón, donde al echar a andar por el Paseo Doctor Fleming dejamos a un lado el parque Hermanos Castro; donde tras cruzar el puente sobre el Río Piles encontramos el histórico estadio de El Molinón, desde hace unos años rebautizado, al igual que la avenida en la que se encuentra, con el nombre de Enrique Castro Quini.

Y es que Quini lo fue todo para el Real Sporting. “El Brujo”, como se le conocía, llegó por sorpresa, hizo historia con el club, se marchó, regresó para regalarle sus últimos años como futbolista, y, cuando terminó su etapa dentro del terreno de juego, hizo mil y una labores para el equipo de su corazón. Todo ello, combinado con momentos en los que fue un auténtico ejemplo por su comportamiento más allá del deporte, permitió que nunca vaya a ser olvidado por los hinchas del equipo gijonés. Una persona que reunió todos los valores que LALIGA promueve y que se resumen en cuatro claras premisas: “Apunta alto. Sin miedo”, “Haz lo correcto. Siempre”, “Haz que importe. A todos” y “Cree en el talento. Deja huella”.

APUNTA ALTO. SIN MIEDO.

Un paso atrás para dar dos hacia delante

Pese a que pasó los primeros años de su vida viviendo en Oviedo, Quini se crió en Avilés, en el barrio de Llaranes. Allí comenzó a jugar al fútbol en el colegio, y su buen nivel le llevó a fichar por el CD Ensidesa en sus años como juvenil. Duró poco en esa categoría, ya que con apenas 18 años fue ascendido al primer equipo, para jugar en Tercera División, en el año 1967.

En aquel momento tuvo la opción de incorporarse al Real Oviedo, que estaba interesado en que empezase jugando en su filial para luego formar parte del primer equipo. Ese paso previo por el segundo equipo, que militaba en la misma categoría que el Ensidesa, no convenció a Quini, que rechazó la oferta. Continuar en su club le convirtió en un auténtico referente, lo que provocó que el Sporting se fijase en él tras un partido contra su filial. Le ofrecieron un contrato para jugar con el primer equipo en la categoría de plata.

El joven delantero llegó al equipo gijonés con la temporada 1968/69 empezada, y no jugaría su primer partido hasta el 22 de diciembre de 1968, cuando el Sporting perdió por 1-0 con el Real Betis. Ese inicio con derrota fue un espejismo, ya que en lo restante de ese curso y en el siguiente, Quini fue capaz de marcar 39 goles en 55 partidos, se convirtió en el máximo goleador de la categoría de plata del fútbol español y llevó al equipo gijonés al ascenso a la élite del fútbol español.

Solo fue el comienzo. Enrique Castro Quini permaneció otras diez temporadas en el Sporting, nueve de ellas en la máxima categoría del fútbol español. En esa década le dio tiempo a casi todo: ganar tres trofeos Pichichi, estar cerca de lograr un título liguero, clasificarse para competición europea e incluso descender y conseguir el ascenso al año siguiente.

En 1980, Quini decidió que era hora de dar un paso más en su carrera y tratar de ganar títulos. El lugar elegido fue el FC Barcelona, donde estuvo cuatro temporadas en las que consiguió engordar su palmarés. En ese periodo, anotó 53 goles en el campeonato liguero, lo que le valió para ganar otros dos trofeos Pichichi. Además, compartió vestuario con el mismísimo Diego Armando Maradona.

HAZ LO CORRECTO. SIEMPRE.

El secuestro que acabó en perdón

Todo iba bien para el delantero asturiano en su etapa en el Barça. Metía goles, ganaba títulos y era uno de los grandes referentes del conjunto culé. Sin embargo, la ciudad condal sería el escenario de una experiencia que marcó su vida y que dejo en shock a todo el fútbol español. El 1 de marzo de 1981, después de un partido en el Camp Nou, unos individuos lo secuestraron a punta de pistola y se lo llevaron en una furgoneta.

Ahí se iniciaron 25 días donde el fútbol fue lo de menos en el club culé. Tras muchas vueltas e informaciones confusas, todo se resumió en la reclamación de un rescate de 100 millones de pesetas que debía de ser depositado en un banco suizo. La policía del país helvético, en colaboración con la española, identificó al responsable de la cuenta bancaria, un hombre español de 26 años. Fue arrestado y confesó que Quini se encontraba retenido en un taller mecánico en Zaragoza. La policía acudió al lugar indicado y allí se encontró al jugador del Barça junto a los otros dos secuestradores, siendo liberado.

 

Tras vivir ese infierno, la reacción mostrada por el jugador asturiano aún sigue sorprendiendo. A pesar de estar secuestrado más de tres semanas, y de haberse perdido partidos clave para que el Barça pudiese proclamarse campeón liguero (cosa que finalmente no conseguiría), Quini decidió retirar los cargos hacia sus tres captores. Los definió como “buena gente” y no quiso acusarlos delante de un juez. Igualmente, acabaron condenados a diez años de prisión y a pagar una indemnización al jugador, que este también rechazó.

Años más tarde, después de que uno de los secuestradores saliese de la cárcel, Enrique Castro se reunió con él. Le aseguró que había dejado todo atrás y aceptó las disculpas. El asturiano le dio su número de teléfono y le prometió que para cualquier cosa que necesitase, él estaría disponible.

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HAZ QUE IMPORTE. A TODOS.

Una vuelta para devolver al Sporting a lo más alto

Los años que Quini estuvo en el FC Barcelona, el Sporting notó mucho su baja. Pasó de estar peleando por el título liguero y de clasificarse para puestos europeos, a colocarse en mitad de la tabla e, incluso, estar en riesgo de descenso. En el año 1984, su camino se volvería a cruzar con el de su mítico goleador.

Tras una temporada 1983/84 que no había sido especialmente buena en el Barça, Enrique Castro decidió poner fin a su carrera. Tenía entonces casi 35 años y ya había logrado todo en el fútbol, por lo que no encontraba ninguna razón para continuar. De hecho, el Barça le hizo un partido homenaje, donde participaron jugadores míticos del club como Johan Cruyff, rivales de toda la vida como José Antonio Camacho, e incluso su hermano Jesús.

Un mes más tarde, Quini revocó su decisión y decidió descolgar las botas. A esa determinación añadió la de regresar a casa, al Sporting, que lo recibió con los brazos abiertos. Jugó tres temporadas más como rojiblanco, y aunque no fueron como las anteriores, porque solo consiguió 16 goles en ese periodo, su vuelta estimuló completamente al equipo. El conjunto gijonés acabó esos tres cursos en el top 6 del torneo liguero, clasificándose para competición europea en dos ocasiones. Finalmente, el 14 de junio de 1986, jugó su último partido con el Sporting, y lo hizo, curiosamente, ante el Barça.

CREE EN EL TALENTO. DEJA HUELLA.

La superación de un camino lleno de adversidades

Pese a dejar su carrera en los terrenos de juego, Quini quiso seguir vinculado al fútbol de alguna u otra manera, y ningún sitio mejor que su Sporting. Sin embargo, pese a la importancia que tenía dentro de la historia del club, nunca reclamó ningún puesto de privilegio, y fue cambiando de responsabilidades con el paso de los años. Fue secretario técnico, se encargó de la escuela de las categorías inferiores, y acabó siendo delegado del equipo durante 20 años.

En 2015, casi 30 años después de haber dejado el fútbol, el Sporting decidió crear un cargo específico para Quini. Cedió su puesto de delegado y comenzó a ser el Representante Institucional del club, una función que le iba como anillo al dedo, ya que todo el mundo consideraba al histórico jugador como el idóneo para proyectar la imagen del conjunto rojiblanco allá por donde fuese.

Durante esos años de exfutbolista, Enrique Castro agrandó su leyenda porque se convirtió en un ejemplo de cómo superar los golpes que le fue asestando la vida. En la década de los 90, su hermano Jesús fallecía ahogado en la playa de Amió, en Cantabria, tras meterse en el agua para salvar a dos niños que estaban en problemas. Unos años después, ya en 2006, fue diagnosticado con un cáncer de garganta que consiguió superar hasta en dos ocasiones. Todas aquellas desgracias, como en su día hizo con su secuestro, las afrontó con una entereza admirable.

Sin embargo, Quini no pudo con el último golpe que la vida le asestó. El 27 de febrero de 2018 conducía hacia su casa en Gijón, cuando sufrió un infarto al volante. La colaboración de la policía y los sanitarios hizo que el mítico jugador fuese estabilizado y pusiese rumbo al hospital en una UVI móvil. Sin embargo, en el trayecto sufrió otra indisposición y nada se pudo hacer por su vida. Falleció a los 68 años de edad.

Su marcha hizo que la afición del Sporting y el fútbol español pusiese aún más en valor la figura de un jugador mítico. A día de hoy, Enrique Castro Quini es el noveno máximo goleador del campeonato liguero, el tercero con más trofeos Pichichi y el mayor anotador de la historia del Sporting en la competición liguera, con 100 tantos más que el siguiente en la lista.

Tras su muerte se sucedieron los homenajes. Se instaló en el estadio del Molinón una capilla ardiente, donde los aficionados pudieron despedirse de su gran ídolo. A los pocos días, el Ayuntamiento de Gijón, que ya había puesto el nombre de “Hermanos Castro” a un parque de la ciudad, en recuerdo a Quini y a su hermano Jesús, decidió ir más allá. El estadio del Molinón pasó a ser el “Molinón Enrique Castro Quini”. Además, a la avenida donde se encuentra el recinto, la renombraron también en homenaje al jugador asturiano. Por su parte, el Barça, que ya le había hecho un bonito acto en vida, desplegó una pancarta en el Spotify Camp Nou, en el primer partido en casa tras su fallecimiento, donde rezaba el lema “Quini sempre recordat” (Quini siempre recordado).

El fútbol español y, sobre todo , el sportinguismo, nunca le olvidarán. El mítico “ahora Quini ahora”, que le cantaba la afición del Sporting cuando era jugador, resonó con fuerza una vez más en el estadio tras su muerte. Enrique Castro Quini dejó una huella imborrable en Gijón, y generación tras generación recordarán para siempre a ese delantero que cambió la historia del club. Nadie en Gijón podrá olvidar la magia de “El Brujo”.

El nuevo posicionamiento de LALIGA

“La Fuerza de Todos” es la nueva campaña lanzada por LALIGA, y tiene como misión principal contar su nuevo posicionamiento: “LA FUERZA DE NUESTRO FÚTBOL”. Este lema representa cómo juntos somos más fuertes, habla del potencial conjunto de todas y cada una de las personas que forman parte de LALIGA, de hacer cosas grandes, de inspirar y avanzar.

Todo esto, ilustrado con una pieza audiovisual que busca dar a conocer esta nueva idea. Una creación que transmite la idea de que la unión y la fuerza son lo que hacen grande a LALIGA, tratando de resaltar la emoción colectiva que genera el fútbol. Un vídeo que refleja que LALIGA es para todos, es global y multicultural, cuyos valores inspiran al mundo.

Esta campaña se ha llevado a cabo de la mano del Ruso de Rocky, una agencia creativa que se ha encargado de este nuevo posicionamiento de LALIGA. Ángel Fernández, director de Marca y Estrategia Global de LALIGA, comentaba sobre esta nueva imagen: “Desde LALIGA, como marca global, asumimos la responsabilidad de ser un modelo a seguir y generar un impacto positivo en la sociedad. Estamos viviendo una transformación sin precedentes y queremos homenajear a todos aquellos que forman parte de nuestro fútbol, sin ellos no seríamos lo mismo. Queremos inspirar al mundo entero desde una propuesta de valor global y unificadora”.